Puja distributiva

La puja distributiva no tiene descanso, ni siquiera en la actual coyuntura, y es algo que vale en muchos países.

En Estados Unidos, para dar una muestra, según un centro de estudios de ese país, el Institute for Policy Studies, con sede en Washington, los 12 multimillonarios más ricos alcanzaron al 13 de agosto una riqueza combinada de más de 1 billón de dólares, un 40% más que cuando comenzó la pandemia de coronavirus.

Según la investigación “esto es simplemente demasiado poder económico y político en manos de 12 personas, así como un hito inquietante en la historia de la concentración de riqueza y poder en Estados Unidos.

Desde el punto de vista de una sociedad democrática, esto representa un grupo de 12 oligarcas o una docena de déspotas”.

En distintas escalas, es una dinámica que se reproduce en el mundo entero y muestra que la fórmula final de todos los debates pasa por cómo se acumula y cómo se distribuyen el ingreso y la riqueza.

Hace poco, el senador Bernie Sanders presentó un proyecto que propone que haya un impuesto que se apropie del 60% del incremento patrimonial que las empresas han obtenido desde que empezó la pandemia.

Por eso, cuando se habla de las necesidades fiscales, nada es más lógico y justo que encararlas por el lado de la mejora de los ingresos de los Estados mediante impuestos progresivos, y no recortando en salud, educación y jubilaciones.

Durante el gobierno de Barack Obama, se propuso una reforma impositiva que apuntara a que “las empresas norteamericanas paguen impuestos por los 2 billones de dólares que tienen en el exterior no declarados, lo que permitiría crear más empleo, incentivar el crecimiento económico y proveer al Estado y los gobiernos locales de la certeza que necesitan para planear el futuro”.

El problema de fondo no es la presencia del Estado, es en realidad su ausencia.

Es como aquellos que dicen que la inflación bajará si se eliminan los controles de precios.

O quienes adjudican el problema de la baja creación de empleo a las leyes de protección laboral, cuando en realidad se genera empleo cuando existe un horizonte de economía en crecimiento, garantizando la demanda interna y las ventas. Y ese empleo será de calidad, gracias a las leyes que protegen a los trabajadores.