Por Sergio De Piero
En el inicio del 2022 se despertó una nueva polémica entre lo que ya parecen dos “bandos” consolidados: los llamaremos los productivistas vs los ambientalistas. Esta vez se trata de posiciones enfrentadas en torno de la habilitación que el gobierno nacional otorgó a la petrolera Equinor Argentina para realizar exploraciones en búsqueda de petróleo en el Mar Argentino, en una zona cercana a Mar del Plata.
La lista no concluye allí, debemos incluir los debates desatados en torno del uso de los agrotóxicos en sembrados como así la extensión de la llamada frontera de la soja. Todos temas que involucran a sectores claves de la economía argentina. Al mismo tiempo que se generan estos debates, la restricción externa y la pobreza siguen siendo dos marcas a fuego de nuestro presente. Sin mayores emprendimientos productivos nuestra economía no podrá cumplir con el objetivo de brindar oportunidades a todos los habitantes.
Se trata de problemas de nuestra sociedad, instalados ya hace décadas; y como todo problema requiere una solución que en este caso debe comprender algún acuerdo sobre ambas dimensiones. Y esto me parece el punto central: lo que tenemos es un conflicto político, y no una búsqueda por ver quien en realidad tiene razón. Entonces, si sabemos que la mutua impugnación es inviable, salvo que pensemos en un eterno conflicto, habría que empezar a imaginar iniciativas para lograr un acuerdo que atienda la urgente cuestión del desarrollo.
Una de ellas podría ser que cada espacio ponga el mismo énfasis en defender su posición ante un proyecto y a la vez en demostrar al otro que los argumentos presentados pueden ser rebatidos. Los productivistas pueden demostrar las virtudes de un proyecto económico a la vez en argumentar que habrá garantías para que el medio ambiente será protegido. Los ambientalistas, al oponerse a un proyecto también deberían proponer alternativas en que pude incrementarse la producción, sabiendo que toda actividad genera impacto.
La política será siempre la mejor forma de reunir a los primeros, armonizar intereses dispersos y encontrar soluciones. No es una tarea imposible.