El consejero universitario remarcó que el convenio con La Libertad Avanza pone en riesgo el espíritu crítico de la comunidad estudiantil.
Por: Matías Dalmazzo
Federico Tálamo, docente, investigador y consejero directivo de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales (FHAyCS) de la UADER, vive y trabaja en Concepción del Uruguay. Durante la semana que pasó, su nombre sonó en los medios de comunicación de la ciudad y en los pasillos universitarios: fue uno de los primeros en alzar la voz, frente al convenio que la casa de estudios firmó con La Libertad Avanza para crear una cátedra de “Pensamiento Liberal”.
El acuerdo, rubricado y defendido ante la opinión pública por el actual rector Luciano Filipuzzi junto a referentes libertarios, habilita un espacio que, según la conducción, busca “debatir todas las ideas”. Sin embargo, para Tálamo la iniciativa representa un avance de fuerzas que desprecian al Estado y a la universidad pública como derecho social.
En diálogo con Diario La Calle, el consejero entrerriano explicó por qué considera peligroso el convenio, analizó su impacto en la vida académica y planteó qué rol debería ocupar la universidad pública en el debate de ideas.
–Como consejero de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales: ¿cuál es su opinión sobre la firma de este convenio entre la UADER y La Libertad Avanza?
-Me genera mucha preocupación que la propia universidad, en este caso a través de su máxima autoridad, esté promoviendo un acuerdo de estas características con un sector político que, de manera abierta y deliberada, ha elegido como enemigo al Estado, y dentro de éste particularmente al sistema universitario y a la educación pública entendida como derecho social. Y esto no es una conjetura o una interpretación personal, estamos hablando de un partido cuyo principal referente se jacta de ser el topo que ha venido a destruir el Estado desde adentro. Y la universidad pública no sólo es Estado, también es debate y pensamiento crítico, es disputa y resistencia frente a los experimentos autoritarios y oscurantistas como el que hoy nos gobierna. Es por eso que tienen tanto interés en asfixiar a las universidades y también es por eso que esta noticia despertó tanto rechazo hacia el interior de la comunidad.
–¿Cómo cree que esta cátedra de “pensamiento liberal” impactará en el ambiente académico y la pluralidad de ideas dentro de la UADER?
-Creo que antes de responder la pregunta es conveniente hacer una aclaración: hablar de pensamiento liberal y del partido político La Libertad Avanza dentro de una misma fórmula es un error, tanto conceptual como filosófico. Se hacen llamar liberales libertarios, pero lo cierto es que no son ni una cosa ni la otra. No son liberales, dado que atacan y censuran cualquier manifestación cultural o política que no sea la propia, son más bien conservadores. Y tampoco son libertarios, puesto que se paran en la vereda opuesta de aquellos sectores que verdaderamente promueven la libertad y luchan por ella, en el fondo son autoritarios. Y de la mezcla entre conservador y autoritario, sumando exaltación del libre mercado y negación del otro, solamente puede salir un movimiento neofascista, no importa que se lo quiera camuflar con otros nombres.
Ahora bien, yendo en concreto a la pregunta, no creo que esto impacte ni en el ambiente académico ni en la pluralidad de ideas. En primer lugar, porque esto que se está planteando evade cualquier tipo de roce con el mundo académico, no les interesa ni siquiera acercarse porque saben que en el terreno del conocimiento sus ideas son derrotadas, por eso casi siempre terminan apelando a la violencia. En segundo lugar, porque la pluralidad de ideas dentro de cualquier universidad pública es mucho más fuerte que un convenio o un cargo, esto seguramente pasará, mientras que las múltiples voces e ideas van a seguir siendo protagonistas de la vida universitaria.
–¿Considera que este convenio respeta la autonomía universitaria y la libertad de cátedra?
En principio te diría que no es tanto la autonomía lo que está en juego, porque justamente acá es la propia autoridad universidad la que lo está avalando, algo que por supuesto no deja de ser grave cuando se advierte el componente ideológico de la contraparte. Sí me preocupa lo otro, que es la libertad de cátedra, pero no porque en este caso no se la esté respetando, sino porque aquí se la utiliza como pretexto para justificar que se quiera enseñar en la universidad un cuerpo de ideas anacrónicas, muchas de ellas refutadas o carentes de respaldo entre la comunidad académica especializada. Con ese mismo criterio, el día de mañana alguien podría apelar también a la libertad de cátedra para que le permitan enseñar terraplanismo o supremacismo racial, da igual qué tan erradas o peligrosas sean estas teorías.
–¿Qué implicancias podría tener este acuerdo para la imagen y la reputación de la UADER?
-Creo con firmeza que la universidad es mucho más que sus autoridades, así como el país es mucho más que sus gobernantes. Si yo pienso en la persona que hoy ejerce la presidencia y nos representa ante el mundo es muy probable que sienta un poco de vergüenza, pero de inmediato recuerdo que existen otros referentes del deporte, la ciencia, el arte e incluso la propia política que engrandecen nuestra imagen como pueblo argentino. Con la universidad pasa lo mismo, hoy la UADER cuenta con docentes e investigadores que nos llenan de orgullo por su destacado trabajo, de esta universidad egresan profesionales que llegan a ocupar lugares protagónicos en los más variados ámbitos, existe una vinculación impresionante con la comunidad y el territorio. Todo eso es mucho más valioso para nuestra universidad que un convenio cuyo propósito probablemente sea más político que académico.
–¿Cree que este tipo de iniciativas contribuyen al debate y la formación crítica de los estudiantes, o pueden ser percibidas como un intento de adoctrinamiento ideológico?
-No creo que esta cátedra en particular contribuya demasiado al debate, porque quienes la promueven no son personas que se caractericen por apostar al intercambio de ideas de manera genuina y respetuosa. Me atrevo a sospechar que efectivamente funcionará más como una bajada de línea, que como un espacio de reflexión y crítica. Algo no muy diferente, por cierto, de lo que estamos acostumbrados a ver en algunos medios que reproducen la prensa oficial del gobierno al mismo tiempo que silencian o tergiversan las voces disidentes.
–¿Qué medidas se podrían tomar para garantizar que esta cátedra promueva un diálogo abierto y respetuoso entre diferentes perspectivas políticas?
-En lugar de plantear una cátedra abierta, los sectores que están detrás de esta iniciativa podrían esforzarse un poco, estudiar mucho y hacer carrera para luego presentarse a concursos públicos que les permitan ingresar a la docencia y dar clases en la universidad. Quienes hemos hecho ese recorrido podemos tener diferentes miradas políticas o epistemológicas, que por supuesto atraviesan nuestras prácticas como docentes, pero no necesitamos que nos inventen un espacio para hacer lo que de otro modo no podríamos lograr por mérito propio.
–¿Cómo evalúa el rol de las autoridades universitarias en la promoción de este tipo de acuerdos?
-Me pone muy triste que se propongan darle voz a un sector cuyo propósito es hacerle tanto daño a las propias universidades, que no siente el menor remordimiento al votar el empobrecimiento de sus trabajadores y rifar el futuro de sus estudiantes. El año pasado fuimos cerca de diez mil personas marchando en Concepción del Uruguay para defender nuestro sistema universitario, más de un millón en todo el país. Salimos a la calle como comunidad universitaria organizada, pero también lo hizo el pueblo en una muestra de conciencia y solidaridad asombrosa y conmovedora. Nuestras reivindicaciones hoy siguen siendo las mismas y no vamos a claudicar en esa lucha. Por lo demás, me consuela saber que la historia juzgará a los responsables del ajuste y sus cómplices serán recordados como lo que verdaderamente son.
–¿Qué impacto podría tener este convenio en la relación de la UADER con otros actores políticos y sociales de la región?
-Es muy probable que este convenio y el espacio que se pretende crear con el mismo no sea más que una tribuna para sus seguidores, igual que un acto partidario, pero en este caso dentro de las aulas de una universidad, cuya comunidad mayoritariamente le va a dar la espalda. La otra UADER, la que habitamos a diario con tanto entusiasmo y esfuerzo, a pesar de todo esto va a seguir existiendo, generando espacios de formación y debate, articulando acciones que busquen acercarse más a la comunidad y resolver en conjunto los problemas que nos afectan de manera colectiva como pueblo.
–¿Cuál cree que debería ser el papel de la universidad pública en el debate sobre ideas y políticas en la sociedad actual?
-La universidad pública ha sido a lo largo de nuestra historia uno de los actores protagónicos en el debate de ideas y en la construcción de proyectos políticos para la nación. Aquellos que dicen que a la universidad se va a estudiar y no a hacer política; probablemente no terminen de comprender que enseñar y aprender son prácticas políticas, que la investigación científica es un hecho político, no se puede disociar una cosa de la otra. Y mientras exista un pueblo decidido a tomar las riendas de su futuro y pensar alternativas emancipadoras que nos liberen de los lazos de dominación, también en el terreno del conocimiento, entonces las universidades públicas van a tener algo para decir al respecto.