PLÁSTICA ¿Por qué son famosas algunas esculturas?

Gallipoli explora la relación entre la posesión de originales y la explotación de los calcos.

El libro “La victoria de la copias- Calcos y canon entre el Louvre y América”, de la doctora en Historia y magister en Historia del Arte Argentino y Latinoamericano, Milena Gallipoli, no solo analiza la historia y usos de los calcos escultóricos, sino que reflexiona sobre el funcionamiento y relevancia de los museos.
“En la vitrina de librerías artísticas, como souvenir de algún museo, en el estante de un familiar o incluso como escultura de jardín, las reproducciones de esculturas famosas como la Venus de Milo, el David de Miguel Ángel o la Victoria de Samotracia proliferan”, escribe Gallipoli.
El texto aborda en profundidad el arte de la escultura, y cómo técnicas como el fundido en bronce o el vaciado hicieron que una obra no fuera ya única e irrepetible. En ese sentido, uno de los casos más paradigmáticos de reproductibilidad es el de los calcos en yeso, copias de obras escultóricas realizadas a partir de un molde obtenido sobre la superficie de la pieza a reproducir.
Ahora, ¿cómo y por qué se hacen tan famosas algunas esculturas? O mejor aún, ¿cómo la circulación de copias hace canónicas a algunas esculturas?
A pesar de que las copias en yeso habitan de forma continua pasillos y salas de museos, academias y escuelas de arte, por mucho tiempo fueron discretos objetos cubiertos de polvo, proclives a ser vandalizados. Despojados de todo tipo de “aura” en cuanto copias, en general realizados en un material con pocas cartas de nobleza como el yeso, y de elaboración en cierta medida mecánica, los calcos no han sido insertados de manera prístina dentro de los objetos de estudio que han dominado la disciplina: la pintura y la escultura “originales”.
La autora reconstruye el rol clave que jugaron los calcos para la difusión de la fama (y fortuna) de un conjunto de esculturas valoradas como clásicas. La admiración por estas obras implicaba una forma de emulación de la Antigüedad –escribe– y su copia conformó una parte esencial de la educación artística, determinada por la arraigada prescripción de la “imitación de los antiguos”.
Gallipoli cuenta que las primeras colecciones de yesos que se conformaron en Europa durante el siglo XVIII tuvieron un carácter exclusivo: fueron “hechas para reyes”, dada la dificultad y el costo en la exportación de moldes, además de las intrincadas negociaciones diplomáticas para obtener las réplicas. “La disponibilidad no siempre fue una característica constitutiva de los calcos, sino que, antes bien, su presencia institucional se acompañó de un proceso de aumento en su accesibilidad”, cuenta la historiadora.



Volver a mirar los calcos

Sin embargo, a partir de la última década se dio un verdadero renacimiento de los estudios sobre calcos, muchos de ellos originados a partir de la necesidad de volver a mirar, catalogar e historiar estos objetos, que seguían residiendo en diversas colecciones e instituciones y sobreviviendo al paso del tiempo. El resultado ha sido una prolífica diversidad de trabajos que varían desde casos de estudio específicos con foco en la historia institucional de la conformación de una colección –y no tanto sobre ejemplares en particular–, hasta disquisiciones y debates sobre su conservación y restauración.
“La victoria de las copias” es un libro fascinante que aborda con gran erudición y una estructura narrativa por momentos cercana a una novela de aventuras, una profunda reflexión sobre las prácticas de las artes contemporáneas.