Pesar en el espectáculo por la muerte de Carlos Calvo

El artista, que arrastraba las secuelas de dos accidentes cerebro vasculares de 1999 y 2010, murió en un centro de alta complejidad del barrio porteño de Parque Patricios.

El popular actor y comediante Carlos ‘Carlín’ Calvo, que arrastraba las secuelas de dos accidentes cerebro vasculares que había sufrido en 1999 y 2010, falleció a los 67 años en un centro de alta complejidad del barrio porteño de Parque Patricios, donde estaba internado hacía dos meses. Nacido en Capital Federal el 21 de febrero de 1953 y criado en San Antonio de Padua, provincia de Buenos Aires, Carlos Andrés Calvo no se llamaba «Andrés», sino que ese segundo nombre le fue impuesto por un productor con la intención de «despegarlo» del histórico jurista (1824-1906) cuyo nombre lleva una calle en el barrio porteño de San Telmo y Constitución. Con su casi un 1,90 de altura, gran simpatía y un innegable poder de seducción, en su época de esplendor su presencia no dejaba indiferente a nadie en fiestas, conferencias de prensa y otros acontecimientos sociales, en los que un enjambre de admiradoras solía rodearlo con nerviosa ansiedad. Eso lo transformaba en uno de los galanes más admirados por la teleaudiencia y conquistador de numerosas figuras del ambiente, quien sin embargo estuvo casado solamente con quien es la madre de sus dos hijos, Carina Gallucci, y quien, pese a la separación que ambos decidieron en 2010, lo acompañó hasta sus últimos momentos de vida. ‘Carlín’ Calvo estudió actuación a principios de la década del 70 y en 1973 integró el elenco de La lección de anatomía. Esa obra de Carlos Mathus, que se representó sin pausas durante 36 años, fue famosa por sus desnudos colectivos. Un año después, debutó en televisión, el medio que le ofreció una difusión masiva y una lógica fama mediática, en La casa, el teatro y usted, un ciclo de Canal 11 encabezado por Alicia Berdaxagar y Héctor Gióvine; y en 1976 actuó en La familia Super Star, por el 9, con Irma Córdoba y el también emergente Ricardo Darín, con el que inició una intensa amistad, luego trunca con el paso de los años. Su carrera siguió con Cumbres borrascosas, con Rodolfo Bebán y Alicia Bruzzo, Somos nosotros, con Aída Luz, y Profesión: ama de casa, con Mariana Karr y Betiana Blum –todas durante la televisión en blanco y negro-, hasta llegar a El Rafa, en 1980 y ya en color, que fue su gran espaldarazo. En ese programa, estelarizado por Alberto de Mendoza, emitido con amplio apoyo del público durante dos temporadas, Calvo era el Cholo Minelli, el hijo ingobernable del protagonista, y allí moldeó un personaje entrador, querible y con un potente perfil barrial, que lo acompañó para siempre, hiciera lo que hiciera. Quizá la excepción haya sido su personaje dramático en la película Adiós, Roberto (1985), de Enrique Dawi, en la que un hombre divorciado descubre su homosexualidad tras una borrachera con un amigo (Víctor Laplace), en uno de los primeros apuntes del cine argentino sobre el asunto. En televisión lo esperaban otros éxitos: Juan sin nombre y Los días contados, con Luisina Brando –quien fue su pareja en la vida real-; Tal como somos, con Hilda Bernard y Graciela Dufau; Solo un hombre, con Marita Ballesteros; El mago, con Andrea Barbieri y Edda Bustamante; y la explosiva Amigos son los amigos, en dupla con el adolescente Pablo Rago, que llegó a marcar 53 puntos de rating en el horario central. En esa serie, que se emitió de 1990 a 1993 primero en Telefe y al final en Canal 9, el nombre de su personaje era ‘Carlín’ –también lo fue en ¡Hola papi!» (1995), aunque con otro apellido- y ese apodo fue desde entonces su propiedad e identidad en los escenarios y en la calle, lo que confirma que nunca se sabe si primero fue el huevo o la gallina. A partir de allí todos los programas en que intervino, ya como protagonista o compartiendo cartel, fueron anzuelos seguros para el público por el solo hecho de que él estuviera presente: RR DT, Drácula, El hacker, Costumbres argentinas, Los machos de América, Amo de casa y Mujeres de nadie, que en 2008 fue su canto del cine en la pantalla chica. En el ámbito teatral, luego de su debut con «La lección de anatomía», su actividad fue copiosa e incluyó Una libra de carne (1974), de Agustín Cuzzani, con Osvaldo Terranova; Fray Mocho del 900, con Ubaldo Martínez y Eloísa Cañizares; Clementina, la pingüina, con Rita Terranova y Raúl Rizzo; Equus, con Miguel Ángel Solá y Hugo Soto. En 1978 se bajó de la obra Lorenzaccio, interpretada por Alfredo Alcón y Rodolfo Bebán en el Blanca Podestá –hoy Multiteatro-, por desavenencias con el director Omar Grasso acerca de su personaje, pero su presencia en los escenarios siguió con Una noche a la italiana, con Marta González y Ricardo Bauleo; y Al fin y al cabo es mi vida, con Duilio Marzio y Graciela Dufau. guieron títulos más o menos livianos en compañía de Nora Cárpena, Guillermo Bredeston, Dorys del Valle, Emilio Disi, Cristina del Valle, Alberto de Mendoza –»Engañemos a mi mujer»-, Zulma Faiad, Silvia Montanari, María Valenzuela, Graciela Pal, muchos de ellos en los veranos marplatenses, y los éxitos «Extraña pareja» y «Taxi», con Ricardo Darín.