Por Orlando César Busiello
Al descender del palco el general Farrell y el coronel Perón se reiteraron los vivas y las manifestaciones de respeto y afecto de la multitud que parecía no querer retirarse de plaza General Ramírez sin saludar al Presidente y a su Ministro de Guerra.
Como una prueba más que evidente, de la conformidad de los sectores obreros con el nuevo Gobierno “de facto”, fue el almuerzo criollo de carácter popular que estos brindaron a Farrell y a Perón una vez finalizados los actos de la plaza. Más de 1.200 trabajadores se reunieron en el salón Tavella ubicado en la intersección de las calles Rocamora y Colón (hoy Eva Perón) a partir de las 13hs.
Antes de ingresar al Salón; los niños Diseldo Bravo y Pilo Palazzi obsequiaron una ofrenda floral al primer mandatario. Por su parte el escolar, Víctor Eduardo Shenfeld recitó ante el primer mandatario y sus ministros una poesía patriótica.
Cuando Farrell hizo su aparición en la sala totalmente colmada, fue acompañado de un estruendoso y sostenido aplauso que no se interrumpió hasta que éste se ubicó junto a sus colaboradores en la mesa cabecera.
En la oportunidad, en representación de los trabajadores, habló el señor Antonio Ferrari (h), quien hizo mención a la labor social del Gobierno, expresando la confianza que abrigaban los obreros en los hombres de la Revolución del 4 de junio, que “están dispuestos y así lo han probado , a defender y solucionar los derechos que corresponden a la gran masa trabajadora de la Nación”. Posteriormente lo hizo el Presidente de la República, que fue muy aclamado por la concurrencia como así también el coronel Juan Domingo Perón.
El diario “La Prensa” testigo de aquel encuentro multitudinario, expuso los conceptos del general Farrell, del cual hemos extraído sólo algunos párrafos: “Esta tarde -comenzó diciendo- el coronel Perón tenía que hablar, pero me ha pedido que sea yo quien les exprese nuestra manera de pensar respecto a la situación de todos ustedes. Él lo hará más tarde, con mayor amplitud. Yo puedo hablar de acuerdo con mis preocupaciones, que son las preocupaciones del gobierno en esta materia”.
Dijo más adelante, que no sólo el presidente de la República y el coronel Perón son los que velan por ellos, puesto que son muchos los que trabajan por el bienestar de todos (…) La idea de la revolución del 4 de junio- agregó- ha de marchar adelante y ella contempla los aspectos esenciales de la vida de los obreros, quienes merecen nuestra especial atención. Nos preocupan, en efecto, el jornal, la casa, la previsión, la educación de los hijos, el seguro de cada uno, la jubilación etcétera. Algunas de estas cuestiones han tenido ya solución; otras están a punto de tenerla, habiéndose dado término casi al estudio respectivo y otras se hallan en vías de iniciación”.
En otra parte de su alocución expresó: “No prometemos-dijo- más de lo que podemos hacer. Y muchas veces, como habrán advertido ustedes, cumplimos sin haber prometido antes. Nuestras palabras son pocas; nuestros discursos carecen de la ampulosidad a que se estaba acostumbrado en el país. Hablamos claro, para que nos entiendan todos y prometemos lo menos posible, pero lo que sea una promesa será cumplida sin vacilación alguna .Y cuando ello se realice habremos cumplido con nuestro deber”.
Al finalizar sus palabras el Presidente Farrell manifestó que en el país existía un sentimiento de unión entre obreros, soldados e intelectuales y que todos estaban bajo la advocación superior de la cruz: “…la cruz que vuelve a regir sobre todos, tendiendo a un mismo fin: confiar en Dios y en la felicidad de la patria”.
Terminado el discurso que fue aplaudido por varios minutos; el Presidente y parte de su comitiva se retiraron del Salón Tavella, siendo demorados largamente por la concurrencia que deseaba saludar y despedirse del primer mandatario y de su Ministro de Guerra.
Como bien lo había sostenido Farrell, el coronel Perón, acompañado por sus colegas doctores, Alberto Baldrich, César Ameghino y el contralmirante Teissaire se reunió a las 16.30hs´ en la explanada del puerto local con una importante cantidad de trabajadores y distintas delegaciones provenientes de localidades vecinas. La convocatoria había sido efectuada por el representante regional de la Secretaría de Trabajo y Previsión. En la oportunidad, los representantes obreros entregaron al Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo y Previsión diferentes petitorios sobre aspectos relacionados a cuestiones de orden gremial. Por su parte la Unión Ferroviaria y de la Fraternidad (Gremio ferroviario), obsequiaron a Perón una medalla de oro como recuerdo de su visita a Concepción del Uruguay.
Ante la atenta mirada de varios miles de trabajadores (alrededor de 8.000), el coronel Perón señaló entre otros conceptos: “Hace seis meses, desde la Secretaria de Trabajo y Previsión anuncié que se iniciaba una nueva era para la política social argentina. En esos seis meses se ha trabajado día y noche sin descanso y creo no haber defraudado en ningún momento las esperanzas que los trabajadores de la patria han puesto en este organismo de nuevo cuño, que marcha al ritmo de la hora y que asegurará, opóngase quien se oponga y cueste lo que cueste un mayor bienestar; que ha de velar por una mayor justicia social y por reducir las grandes diferencias que puedan existir entre los poderosos y los humildes”.
Más adelante el ministro continuó diciendo: “Nuestra política social ha sido ya ampliamente difundida ; se basa en la necesidad de que en este país no existan hombres exageradamente ricos ni hombre exageradamente pobres.En los tiempos modernos no se puede aceptar la desgracia que representa la miseria en medio de la opulencia”.
Al hacer mención a los obreros, los malos sindicalistas, y los patrones dijo con firmeza: “Esos que son y que han sido los Judas de los trabajadores y que han actuado permanentemente en contra de los intereses de los trabajadores, han sido nuestros verdaderos enemigos.
Nosotros no aceptamos intermediarios entre los obreros y los patronos. Exigimos trabajadores auténticos para tratar, como también exigimos patronos auténticos para negociar todos aquellos acuerdos que van directamente a establecer la armonía entre el capital y el trabajo , sin la cual necesariamente sobreviene la anarquía que destruye el trabajo y los valores que el mismo crea en el país”.
Después de brindar una amplia y clara exposición sobre las medidas tomadas hasta entonces, y el ambicioso plan que la Secretaria de Trabajo y Previsión pensaba desarrollar en el campo social; el coronel Perón con una amplia sonrisa y levantando sus manos se despidió siendo aplaudido vivamente por la concurrencia.
Lo que ocurrió años más tarde, es muy conocido por todos. El movimiento obrero se constituyó en la columna vertebral del movimiento peronista. Concepción del Uruguay tuvo entonces, oportunidad de verlo, oírlo, y analizar en sus albores el pensamiento del hombre llamado a constituirse en gran protagonista de la vida argentina durante varias décadas…
En horas de la noche, en el Casino de Oficiales de la Escuela de Zapadores Pontoneros fue servida una cena al primer mandatario y sus ministros por parte de los Jefes y oficiales de la guarnición local. Una vez terminada la misma, el Presidente y demás funcionarios de Estado regresaron al vapor “Ciudad de Buenos Aires” donde fueron despedidos por las autoridades provinciales y Municipales con la presencia, según lo estipuló el diario “La Prensa”, de “Crecida cantidad de público se había congregado en el murallón del puerto para presenciar la salida de la nave y dispensó al primer magistrado una cordial despedida”.
El “Ciudad de Buenos Aires” partió a las 22:00 del puerto local, lentamente se fue alejando con todas sus luces encendidas rumbo al canal de acceso, mientras hacía sonar la sirena a cortos intervalos despidiéndose.
Las autoridades y la gente se mantuvieron junto al muelle dando el adiós al Presidente y sus colaboradores, después de dos jornadas inolvidables cargadas de emotividad.
Esta fue la única vez que Juan Domingo Perón, llamado por el destino a ocupar un lugar preponderante en la vida del país durante varias décadas, visitó nuestra ciudad; escribiendo junto a Edelmiro Farrel una de las historias del siglo XX vividas en Concepción del Uruguay.
Citas: Dirección Escuela de Zapadores “La Visita Presidencial 24/25-VI -1944”- Agosto de 1944










