
El pueblo uruguayense fue testigo del primer vuelo de un avión sobre cielo entrerriano. La proeza del francés Armand Presvot fue un verdadero acontecimiento el 28 de noviembre de 1910 para la ciudad. Casi nadie había visto jamás una maquina voladora en acción. Tampoco a un piloto que despegara en ella y regresara montado a caballo.
Por Orlando César Busiello
Para mediados del siglo XIX ya habían existidos puntuales experiencias de decididos aeronautas quienes, sin medir riesgos y alentados por el sueño de volar como los pájaros, se elevaron y surcaron el cielo argentino en globos aerostáticos impulsados por aire caliente. Pero fue recién a principios de la nueva centuria, cuando la aeronáutica que por sus perspectivas futuras ganaba adeptos en distintas partes del mundo, encontró en el país interesados en la práctica y el desarrollo de esta actividad.
El 13 de enero de 1908 se fundó el Aero Club Argentino, convirtiéndose en la primera institución de este tipo en nuestra tierra. Tuvo entonces como presidente, al señor Aarón de Anchorena, joven diplomático, amante de los deportes que, de regreso de la vieja Europa trajo a la Argentina un globo aerostático: “El Pampero”.
Anchorena entusiasmó a sus amigos y allegados, los que decidieron acompañarlo en sus inquietudes aeronáuticas. Entre ellos se encontraban: Arturo Luisoni; Jorge Newbery; Eduardo Newbery; Horacio Anasagasti; Alberto Macías; Antonio de Marchi y Carlos Hirmscher.
Algunos meses más tarde, los iniciados tuvieron un golpe muy duro cuando el 17 de octubre el “Pampero” a bordeo del cual viajaba Eduardo Newbery y el sargento Eduardo Romero, fueron arrastrados por el viento durante la noche, posiblemente hacia el río, y se perdieron definitivamente.
Aquel hecho desgraciado, no fue un obstáculo para que el quehacer aeronáutico perdiera dinamismo y en enero de 1909, un nuevo globo llamado “Patriota” adquirido en Francia por el ingeniero Horacio Anasagasti realizó una nueva intentona que fue coronada por el éxito.
En la segunda mitad del año 1909, se intensificaron los preparativos para el Centenario de la Revolución de Mayo.
Como parte de extenso programa de actividades, fue incluido a instancias del barón Antonio de Marchi, quien presidia el comité de acontecimientos deportivos, la presencia de los aviadores europeos más prestigiosos del momento para efectuar una exhibición aérea y de globos aerostáticos; toda una novedad en estas latitudes.
Fue así que arribaron en los primeros meses del año 1910, aviadores como el francés Henri Bregí (con dos biplanos Voisin de 50HP de fuerza) y unos días después hicieron lo propio Ricardo Ponzelli y Emile Aubrun. También lo hizo D. Armand Prevost, mecánico que por entonces no había completado el curso de piloto, y su colega, el mecánico Pessina.
Paralelamente, el gobierno argentino, dispuso la compra de varios aparatos “Bleriot” a la empresa francesa “Mestre et Blage” de París.
El investigador uruguayense; Andrés R. Rousseaux señala: “Los aviones “BLERIOT” Modelo XI, estaban dotado de un motor marca “ANZANI” de 25 HP, hélice tractora, ruedas de alambre –Tipo bicicleta– planos cubiertos de tela de algodón, con una o dos manos de barniz, cazoleta de aluminio. Cables, cintas y cuerdas de piano de acero. Su estructura era de madera de pino americano o abeto o haya y/o fresno”.
Pilotos criollos y franceses
La llegada de los pilotos franceses con sus aviones, hizo indispensable contar con un lugar apropiado para el establecimiento de los mismos donde pudieran efectuar las prácticas de rigor. Fue así que, previendo esta circunstancia se dispuso el 23 marzo de 1910 la creación del aeródromo de Villa Lugano. El mismo contaba con 2km de pista de tierra; ocho hangares y 200 metros de tribunas. Pocos días después en ese mismo lugar, el aviador Emile Aubrun llevó adelante el primer vuelo nocturno del mundo.
A partir de entonces el Aero Club Argentino, se entregó por entero a fomentar el vuelo con motor. Con ese objetivo procedió a la compra de máquinas y contrató especialistas en la materia quienes aleccionaron y prepararon a un grupo de pilotos “criollos”, quienes recibieron sus brevets de aviadores en el mes del junio de 1910.
Entre los que se contaban: Jorge Newbery; Carlos Goffre; Francisco Parravicini; Hernán Hentech y Carlos Roth.
Podemos decir sin temor a equivocarnos, que, en el año del Centenario de la Patria se dio un paso fundamental respecto de la concientización de la sociedad sobre la importancia de la actividad aeronáutica. Esto facilitó, sin duda, su afianzamiento y desarrollo en el país.
La excelente exhibición de los pilotos franceses en los actos del Centenario, produjo un deslumbrante impacto en las multitudes que presenciaron los vuelos acrobáticos sobre el cielo de Buenos Aires.
El Bleriot XI tripulado por Aubrun hizo las delicias de quienes se acercaron al Aeródromo de Villa Lugano, donde este piloto fue ganador en las pruebas de despegue y de altura. Por su parte Carlos Goffre, fue el primer piloto argentino en volar solo, haciéndolo en el mismo Bleriot XI.
Finalizados los festejos, la casa Mestre Et Blatge, que tenía una filial en la Argentina, vendió el mencionado avión al señor Pierre de la Boissieri quien dispuso trasladarlo a Santa Fe donde no tuvo mucha repercusión. Por tal motivo, el Bleriot XI fue adquirido poco tiempo después por el señor Hernán Drabobo o Drabow, quien decidió planificar una gira por el Litoral contratando los servicios de Armand Prevost acompañado por el mecánico Pessina, al que luego se sumó Emmanuel J. Maury también mecánico.
El periplo aéreo abarcaba las ciudades argentinas de Concepción del Uruguay; y Concordia y las uruguayas de Paysandú y Salto.
Hemos señalado oportunamente que Prevost arribó a la Argentina en calidad de mecánico, con escasa o ninguna práctica como piloto.
El investigador uruguayo, Juan Maruri en su trabajo sobre los inicios de la aviación en su país, dice sobre el particular: “Prevost había terminado su aprendizaje de piloto en Buenos Aires”. Más adelante añade: “…dada la poca experiencia de Prevost, solamente se le conoce algún vuelo en Villa Lugano”.
Maruri afirma sus dichos en un artículo del diario La Nación del 12 de noviembre de 1910, donde se apuntaba lo siguiente: “…que hace poco ha terminado su aprendizaje de piloto comenzó a realizar algunos pequeños vuelos en línea recta y con virajes a una altura no mayor de ocho metros. Los progresos de este aviador son rápidos y sin duda alguna se distinguirá muy pronto en las exhibiciones públicas que se anuncian”.
Como podemos apreciar, Prevost estaba dando sus primeros pasos como piloto, y si bien sus breves demostraciones dejaron una buena impresión; es indudable, que necesitaba más vuelos de práctica antes de lanzarse sin reparos a la gira aérea programada por el señor Drabobo. Esto nos permite inferir que el novel piloto francés era un hombre que no sólo confiaba en sus condiciones, sino que además lo animaba un espíritu audaz y aventurero.
Aterrizaje de emergencia
Para mediados de noviembre de 1910, Prevost se encontraba junto a su mecánico y al “Bleriot 11” en Concepción del Uruguay, con el objeto de dar cumplimiento al plan trazado brindado una serie de exhibiciones aéreas a la población de nuestra ciudad.
El diario La Juventud del día 17 de noviembre, nos ilustra y permite hacernos una idea de cuál fue la expectativa reinante sobre este hecho: “Mañana se realizará la emocionante prueba de elevación del aeroplano entre nosotros. El espectáculo es nuevo por aquí, y representa el primer vuelo por esta latitud del globo terrestre.
La empresa arriesgada del aviador se efectuará mañana a las 4 P.M. en el Hipódromo, siempre que el tiempo lo permita”.
Luego continuaba manifestando el periódico: “El ensayo de esta mañana (…) El aviador Prevost, subió a su aeroplano para realizar un ensayo, preparándose para la ascensión de mañana. El aeroplano evolucionaba a unos 40 metros de altura, cuando haciendo un movimiento brusco de arriba para abajo; se clavó de punta. Presvot salió ileso. El motor sufrió desperfectos que obligan a suspender hasta el domingo próximo la ascensión que para mañana anunciaban las precedentes líneas”.
El investigador, Andrés R. Rousseaux aporta algunos otros datos sumamente interesantes, señalándonos que el aparato que tuvo algunas averías fue reparado en los talleres del Ministerio de Obras Públicas, siendo suspendida la exhibición pública para el día 28 de noviembre.
El evento que tuvo enorme repercusión se llevó a cabo en el Hipódromo de Concepción del Uruguay, ubicado en el camino al “Puente de “Fierro” (Hoy cancha de María Auxiliadora).
De igual manera que Rousseaux, seguimos el cometario del diario La Juventud: “…pocos momentos después de la hora prevista para la ascensión, Prevost inició la tentativa de vuelo, de sur a norte, logrando subir en dirección al este… El avión se elevó a más de 30 metros del suelo, más o menos, aterrizando en un biznagal…”. Luego continúa narrando la crónica, “el aviador solicitó un caballo, donde descendiera dirigiéndose al improvisado campo de aviación, donde se munió de una herramienta volviendo al lugar donde estaba la maquina”.
El avión- dice Rousseaux- no había sufrido averías de importancia, sólo un inconveniente en el timón que impedía su normal funcionamiento, procediendo a su reparación.
Solucionado el inconveniente, que llevó unos largos minutos, el aviador francés logró ascender nuevamente, dirigiendo el vuelo sobre la importante cantidad de gente reunida en el hipódromo. El paso del “Bleriot 11” arrancó aplausos y vítores de genuino entusiasmo.
Al respecto nos narra Rousseaux, que, Prevost dio una vuelta sobre la quinta del señor Nadal (actual Cristo de los Olivos) y regresó al punto de partida efectuando un impecable aterrizaje.
Cuando el aviador francés descendió del aparato y se encontró con el público, fue objeto de todo tipo de manifestaciones de reconocimiento y afecto. Entre aplausos, Presvot recibió en obsequio a su proeza un ramo de flores y la admiración de la multitud que lo aclamaba.
Nueva exhibición
Sin duda que en esta primera exhibición pública del audaz piloto, todo había salido pese a los inconvenientes apuntados, bastante bien.
Tal fue el impacto que la máquina voladora había producido entre los uruguayenses, que se dispuso llevar a cabo una nueva exhibición el día 2 de diciembre, esta vez en el predio de la Sociedad Rural (donde hoy aún puede verse el arco de la Rural al noreste de la ciudad).
La idea era que, después de levantar vuelo el “Bleirot 11” continuara su marcha rumbo a Paysandu. Lamentablemente como veremos, al intentar hacerlo desde la rural, un accidente sin consecuencias para el piloto hizo fracasar el intento…
Sobre el particular no ilustra don Andrés Rousseaux: “Al decolar, el aviador se llevó por delante un brocal de un pozo de balde abandonando, rompiéndose el eje del tren de aterrizaje quedando “sin gobierno” la endeble máquina voladora”.
No obstante, este contratiempo que retraso su viaje a la ciudad sanducera. El piloto francés que había despertado la admiración y el afecto de la sociedad uruguayense por su intrepidez y arrojo; fue distinguido con una medalla religiosa pendiente de una cinta celeste, que le obsequiara la señora de Torrale. Además de reconocimientos y homenajes –nos cuenta Rousseaux– por parte de “…la Sociedad Rural; el Jefe de la Comisión del Río Uruguay (El Ministerio) y del gerente de la Compañía Anglo Argentina de Electricidad (Usina Vieja).
El Dr. Lucio B. López Meyer y otros distinguidos vecinos, les brindaron un agasajo con champagne en un restaurante céntrico al aviador Prevost y su mecánico Pessina”.
Lo cierto es que Prevost, su gente y el “Bleirot 11” arribaron a Paysandú, segundo punto de la escala programada; en el vapor “Victoria” el 5 de diciembre de 1910.
El vuelo del aviador francés Armand Presvot, sobre el cielo uruguayense el 28 de noviembre de 1910 fue un acontecimiento singular para Concepción del Uruguay; la gran mayoría de su población jamás había visto una maquina voladora en acción.
Pero podemos afirmar también que, fue el primer vuelo que se realizó sobre territorio entrerriano. Sin embargo, el hecho histórico quedó en el olvido. Muchos años después el excelente investigador entrerriano Aníbal Vázquez, atribuyó equivocadamente este logro al reconocido piloto italiano Bartolomé Cattaneo, quien en mayo de 1911 voló sobre la ciudad de Paraná.
El periplo de Prevost por el litoral del río Uruguay, terminó en fracaso. El piloto francés regresó a Europa y el “Bleirot 11” fue embargado.
En una carta que enviara al diario La Prensa el 3 de octubre de 1959, quien fuera uno de sus mecánicos; Emmanuel J. Maury, señaló entre otras cosas que: “Este avión (Refiriéndose al Bleirot 11 de Presvot) fue importado por la casa Mestre et Blatge de París, que tenía en 1910 una sucursal en Buenos Aires para la venta de repuestos de automóviles y de aviación”. Más adelante Maury manifiesta que, después de un tiempo de estar embargado, el avión reapareció en Buenos Aires en Villa Lugano: “…siendo su propietario nada menos que Jorge Newbery, más tarde lo transfirió al señor Francisco Rada y este al señor Hartrich quien lo llevo al taller de Maury, abandonándolo allí”.
Como podemos observar, el histórico “Bleirot 11” que hiciera las delicias en manos expertas de cientos de miles de espectadores en la fiesta del Centenario, y que luego en Concepción del Uruguay piloteado por Presvot surcó por primera vez el cielo entrerriano tuvo un destino incierto pasando por distintos dueños, hasta que al final fue a parar como simple desperdicio al taller de Maury, quien supo atenderlo en calidad de mecánico en su época de esplendor…
Sin embargo, el “Bleirot 11” tendrá un justo y merecido lugar de reposo; pues al final de la carta Emmanuel Maury hizo referencia que el viejo aparato fue entregado al Museo de Aeronáutica del Aeropuerto de Morón, provincia de Buenos Aires; siendo restaurado por la Empresa Aerolíneas Argentinas.
De esta forma convertido en una reliquia histórica, el “Bleirot 11” continúa despertando curiosidad y admiración en los visitantes del Museo. Curiosidad por lo aquella pieza significativa en la evolución y crecimiento de la aeronáutica, y admiración por los arriesgados pilotos que como Presvot se atrevieron a conducirlos siendo puntas de lanzas de la aviación en el mundo…

(*) Profesor de Historia y escritor. Autor de los libros: “Caudillos
litorales en tiempos de epopeya 1815–1821”.
“El General y el Palacio”.
“Origen, evolución y performances de las instituciones deportivas.