Señor director:
Debido a la pandemia están cambiando las prioridades y la visión de un futuro que se torna a todas luces incierto. A ello se suman las peores perspectivas en el modo de construir políticas en especial, la oposición, que acude a una metodología de enrarecimiento aún más de una realidad de por sí compleja. Se busca por todos los medios y valga la redundancia, con participación de los medios afines, instalar permanentemente el desaliento, la duda, el cuestionamiento artero con el objetivo de obtener un supuesto «rédito» político de corto alcance.
Aparecen y desaparecen evaluando la autoridad del gobierno y sus atribuciones desde una posición de superioridad indemostrable y sin sustento técnico, histórico ni científico. Esto genera varios interrogantes, entre otros, algunos de carácter ético. Quiénes tienen sobre sus espaldas la obligación de decidir cuentan con el aporte y conocimiento de varios especialistas argentinos conectados con el mundo científico mundial, dependientes, en consecuencia, de los vaivenes y avances que se sucedan en el orden local e internacional respecto del Covid-19. El mismo ha sido identificado en sus múltiples facetas pero reaparece con distintas mutaciones en cualquier lugar del planeta tornado más incierto el camino de su neutralización expansiva en forma definitiva.
Bajo tales premisas y con los condicionamientos económicos y financieros heredados del gobierno anterior, la actual gestión busca infructuosamente un cierto consenso en la materia con el objetivo de dar respuesta lo más integral posible. Hay un lenguaje técnico de por medio que exige precisión la que no aportan ni los «políticos» macristas especuladores y especialistas del lucro, ni los periodistas sometidos a los mismos, impidiendo pensar la problemática en su plenitud. Son los que conspiran contra la salud de los argentinos, que, por intermedio de sus representantes y con los recursos de que se disponen arbitran con la mesura necesaria las políticas públicas de defensa contra la pandemia que nos agobia.
En forma totalmente irresponsable buscan destruir el ejercicio legítimo del poder sometiendo no sólo al gobierno sino a miles de argentinos que comparten sus lineamientos generales. Responden en forma directa o por representación a otros intereses exclusivos. ajenos por cierto, al objetivo del bien común.
Cabe preguntarse si quienes ponen en ejercicio sus poderosos poderes fácticos y mal llamados políticos, en este caso, utilizaran la misma capacidad de captación e interpretación que tienen para hacer negocios lícitos o ilícitos, en el análisis de las acciones de gobierno probablemente no incurrirán en falsedades y mentiras que sólo conducen a desproteger a un gran número de la población que tienen la obligación de tomar una decisión ética según el Papa Francisco importante para no hacer daño a los otros o hacia sí mismo.
Aldo O.Savina