Opinión

Por: Carlos Heller.

El Tesoro Nacional distribuyó la primera partida de fondos por $145 mil millones, cobrados al 27 de mayo a contribuyentes con patrimonios superiores a los $200 millones.
El 20% de estos fondos ($29 mil millones) fueron destinados al Ministerio de Salud. En particular, el 90% de estos recursos tiene como destino la compra y administración de vacunas contra el Covid-19. A su vez, otros $29 mil millones se destinaron al Ministerio de Trabajo para sostener el empleo y las remuneraciones en el marco del Programa de Recuperación Productiva, y otro tanto fue para el Ministerio de Educación, a los fines de reforzar el Progresar. En tanto, unos $22 mil millones (15% de lo recaudado) fueron para mejorar las condiciones habitacionales de los barrios populares.
Con respecto a las inversiones para el sector gasífero, $36 mil millones (el 25%) ya se giraron a la Secretaría de Energía para exploración, desarrollo y producción de gas natural, actividad que resulta de interés público nacional.
El Aporte Solidario, más allá de los efectos concretos en un contexto como el que genera la pandemia, tiene un fuerte valor desde lo simbólico en lo concerniente a las políticas redistributivas de ingresos tributarios y de gastos. No por nada un sector minoritario lo resistió desde un primer momento, más allá de que con el pago las personas alcanzadas no modificarán en nada su nivel de vida. Esta renuencia, cuando la sociedad enfrenta grandes necesidades, refleja la intención de no dejar sentado ningún tipo de precedente que pueda alentar la búsqueda de una mayor progresividad tributaria.
Se llegó a escuchar que el Aporte no lo iba a pagar nadie, que iba a estimular la industria del juicio y el negocio de los estudios contables. Nada de eso pasó y solo una pequeña porción aún se resiste a pagarlo, ante lo cual la Afip está tomando medidas.
El cumplimiento por parte de quienes han venido pagando es muy importante y es un hecho a destacar, de la misma forma que lo es la existencia de un Estado que se está encargando de aplicar los fondos a lo que hace falta: a morigerar, como dice el título de la ley, los efectos de la pandemia.