Marcela Carballa
Según un reciente informe de Amnistía Internacional (Proyecto “Decode Surveillance NYC”), las áreas de la ciudad de Nueva York con tasas más altas de registros policiales de “stop-and-frisk” (detener y registrar) tienen más cámaras de videovigilancia. Desde abril de 2021, más de 7.000 voluntarios inspeccionaron las calles de la ciudad de Nueva York a través de Google Street View para documentar la ubicación de las cámaras; los voluntarios analizaron 45.000 esquinas e identificaron más de 25.500 cámaras. El informe estima que alrededor de 3.300 de estas cámaras son de propiedad pública y están en uso por parte del Gobierno y la policía. El proyecto utilizó estos datos para crear un mapa que marcaba las coordenadas de las 25.500 cámaras con la ayuda de científicos de datos contratados. El análisis mostró que había más cámaras de videovigilancia en las áreas de mayor concentración de latinos y afrodescendientes. Para averiguar cómo se correlacionaba la red de cámaras con los registros policiales, los investigadores de Amnistía Internacional y los científicos de datos determinaron la frecuencia de los casos por cada 1.000 habitantes en cada área. La medida de stop-and-frisk permite a los policías realizar controles aleatorios de los ciudadanos sobre la base de una «sospecha razonable». Los datos de la policía de Nueva York citados en el informe mostraron que la mayoría de los incidentes de stop-and-frisk habían ocurrido con personas que no eran de raza blanca. Además, muchas de estas personas eran inocentes. Los expertos temen que las fuerzas del orden utilicen la tecnología de reconocimiento facial basándose en estas cámaras, apuntando de manera desproporcionada en el proceso a las personas “racializadas”. El investigador de Amnistía Internacional Matt Mahmoudi, que trabajó en este informe, afirmó: «Nuestro análisis muestra que el uso de esta tecnología por parte del Departamento de Policía ayuda a reforzar la actuación policial discriminatoria contra las comunidades minoritarias». El nuevo alcalde de la ciudad, Eric Adams, está considerando expandir el uso cámaras de videovigilancia a pesar de que existe un elevado incumplimiento sobre las normas que regulan su uso y la preocupación creciente sobre la precisión y el sesgo. No es el único alcalde que apuesta a esta tecnología: en la Argentina se multiplican a diario y la violación a la privacidad es una constante, con programas de televisión que parecen alimentados sólo con este tipo de imágenes que repiten las 24 horas.