Opinión. Ruta de la Seda

Por Néstor Restivo

Hace un año China dejó atrás la indigencia y acelera su dominio en la vanguardia de varias tecnologías de punta. Viene mejorando en forma acelerada la base material de su área occidental, la más atrasada y la que es fronteriza con regiones de Asia Central muy complicadas por el fanatismo religioso y los afanes separatistas, que entre otras fuentes se alimenta de las operaciones de Occidente para complicarle el ascenso a China, y a Rusia. A nivel de su comercio exterior (China no es autosuficiente en energía, minerales ni alimentos), esas tensiones con Occidente, esto es con EE.UU., pueden agravarse y bloquear las aguas del Pacífico y del Mar del Sur de la China, por donde hoy pasan gran parte de los buques cargueros con ese suministro y donde hay aliados estadounidenses como Japón, Corea del Sur o el gobierno de la isla de Taiwán. De ahí que, hasta ahora, la obra de mayor envergadura de la Iniciativa Franja y Ruta (IFyR) haya sido el corredor vial y el puerto de Gwadar en Pakistán (uno de los principales aliados de China), cuya salida al océano Índico operaría como opción al Pacífico si allí las cosas se agravan y estrangulan los suministros mencionados para China. Cabe recordar que, desde hace tres años, la OTAN ya menciona a China entre sus objetivos. Todo esto puede parecer lejano para Argentina. Pero no debería serlo para su clase dirigente si quiere salir un poco de la hojarasca y prefigurar cómo vendrá el siglo XXI. Nuestro país necesita inversiones y ve a través de ese prisma la posibilidad de la IFyR, como ya hace 17 años avizoró el primer gobierno kirchnerista y continuaron los siguientes, sin despreciar ofertas de cualquier otra parte del mundo, en una mirada multipolar sin prejuicios ideológicos. Pero la geopolítica vuelve a estar de moda. La IFyR habla de cooperación y conectividad vía terrestre (la «Franja Económica de la Ruta de la Seda») y transoceánica (la «Ruta Marítima de la Seda»), con diversos corredores. Y ha crecido hasta abarcar la salud, lo ambiental, lo digital y otros cuantos capítulos. Los equilibrios para un país como la Argentina actual, con economía frágil por la deuda externa, pocos consensos internos y ávido de inversiones y de obras de infraestructura (con muy pocos oferentes mundiales) la IFyR constituye quizá el mayor portador de desarrollo global.