Opinión. Participación

Por Ariel Vercelli

Cualquier ciudadano —que esté incluido tecnológicamente— pueda armar en minutos una página web, un blog o suscribirse a una red social que lo habilite a expresarse y le permita recibir comentarios, citas o referencias. Esto favorece la construcción de diálogos que cambian y complementan la relación política que la ciudadanía mantenía con los gobiernos. Las tecnologías digitales e Internet han permitido que la ciudadanía pueda expresarse y participar en el diálogo político mediante las redes sociales como Facebook, Twitter, YouTube, Google Plus o Ning. Sin embargo, surgen algunas preguntas: ¿Discutir algo en Twitter implica una participación política?
¿La construcción de un foro temático en Facebook se compara con la elaboración de un presupuesto participativo? ¿La participación política ciudadana sólo puede ser crítica y reactiva, o también puede darse de forma constructiva y alcanzar resultados institucionales tangibles? Cada vez es más claro que las nuevas formas de participación ciudadana pueden ir mucho más allá del ejercicio pleno de la libertad de expresión y del ejercicio constitucional de peticionar a las autoridades. En este sentido, es posible pensar en soluciones de gobierno abierto que permitan y favorezcan a los ciudadanos la gestión de otros derechos constitucionales. Pero, ¿cuáles serían las tecnologías que favorecerían estas nuevas formas de participación? A su vez, ¿cualquier plataforma comercial puede servir para los fines de la participación ciudadana? ¿Es igual utilizar redes sociales comerciales masivas que canales o plataformas de las instituciones y partidos políticos de un país? Ahora, entre muchos otros interrogantes que emergen: ¿Es conveniente institucionalizar estas nuevas formas de participación ciudadana? ¿Esta institucionalización favorecería mejores democracias o las limitaría? ¿Qué tan institucional puede o debe ser la participación ciudadana? ¿Un poco, mucho, completa?
Entonces, si la participación política ciudadana se institucionaliza y se logran desarrollar canales público estatales, ¿la participación se hace más fuerte, se enriquece o rápidamente pierde diversidad y se empobrece? ¿Esta participación debe darse con nombre y apellido o también puede ser anónima?
En otras palabras, las tecnologías digitales y las plataformas que se usen o se construyan serán de gran relevancia política e impactarán en el tipo de democracia que pueda alcanzar cada uno de los países.
Las tecnologías digitales traducen y solidifican estados de relaciones e intereses. Así, las tecnologías con las que se diseñan y construyen los gobiernos y ciudadanías abiertas también codifican tensiones, negociaciones, luchas e intereses de los diferentes grupos sociales.