Opinión: Evita vive y molesta a los poderosos

*Por Celeste Pérez, rectora del Instituto de Formación Política del Partido Justicialista (PJ) de Entre Ríos

Somos un pueblo iluminado al hacer del amor el eje conductor de la política. Esa es la gran revolución que en este bendito País produjo el Movimiento Peronista.

Y la impulsora fue, es, la mujer inmortal: Valiente, decidida, sin vacilaciones en las horas difíciles que tuvo que afrontar, María Eva Duarte comenzó a ser Evita, la revolucionaria, la abanderada de los humildes. Porque si Eva Duarte ha trascendido como ‘Evita’ es precisamente por haber levantado su voz contra las estructuras injustas del privilegio.

Su poder es palabra, acción, no mera declamación. Su presencia verbo, no sujeto.

Las invocaciones al cáncer, los deseos de muerte a nuestros líderes tienen el origen en los portadores del odio que no perdonarán jamás la dignidad y la felicidad del pueblo.

Ella no nació para ser cómoda con los poderosos y hoy, a 72 años de su paso a la inmortalidad, su nombre y presencia siguen molestando tanto a los acaparadores del esfuerzo del trabajo ajeno que su nombre y su imagen son retirados de los espacios públicos, esgrimiendo sus odios y aspiraciones de venganza.

Nuestra solidaridad con el bloque de concejales de Unión por la Patria de Concordia y el deseo que cada banca se transforme en una trinchera de justicia social.

Toda su vida y su obra tienen una implacable vigencia sirvan de ejemplo estas pocas, pero incontestables, palabras. “Perón nos ha enseñado que la felicidad del pueblo es lo primero; que no se puede hacer la grandeza de un país con un pueblo que no tiene bienestar”.