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domingo, septiembre 15, 2024

Objetos que recuperan sus historias

El amor por ese objeto que tienen en sus manos y que para muchos puede ser algo descartable, los define. Ese pedazo de historia es para ellos un tesoro y en nuestra ciudad son cuatro los que suelen buscar esos tesoros.

Por: Gerardo R. Iglesias

Encontrarlos, devolverlos a la vida para poder venderlos y así seguir la rueda, que gira junto a ellos en la búsqueda permanente de ese artefacto… Nicolás Dupin, Pablo Fernández, Fito Díaz Piriz y Luis Marcat compran, venden, canjean antigüedades desde hace años en nuestra ciudad, buceando en historias, recuperando el valor sentimental y muchas veces histórico de cada objeto, cada pieza. En tiempos de pandemia han agudizado el ingenio para mantener su pasión y hacer de ella un medio de vida. Las ventas on line creciendo casi a la misma velocidad que se achicaron las transacciones cara a cara, que continúan, pero en menor medida.
Pablo Fernández abre el juego expresando que venía trabajando “casi un 90% por Internet y hasta me ha ido mejor porque la gente ha tenido más tiempo de ver Facebook y otros sitios. Los clientes que he cosechado son muy buenos y siempre algo te van comprando, o sea que no he sentido la pandemia con el tema antigüedades”. Para Luis Marcat la realidad fue diferente, “ya que el fuerte nuestro es salir a buscar cosas por todos lados y por la pandemia no se podía circular. Trabajamos con los correos puerta a puerta de confianza, ellos mismos traen o retiran la mercadería de los domicilios y luego nos alcanzan el dinero. Agregó que, si bien en tiempo de pandemia estuvo medio difícil la venta debido a que no había dinero en la calle, nos salvó el hecho de realizar remates virtuales donde llevábamos mercadería y comprábamos para renovar lo que había”. Nicolás Dupin recuerda que, “en el primer momento cuando todo se cerró -incluso los transportes-, mermó mucho la venta, sumado a que no se podía abrir al público. Además, no se podía comprar por falta de efectivo y la incertidumbre de no saber por cuánto tiempo no se podría trabajar. En mi caso, las ventas cayeron y después se siguió vendiendo, pero con mucha puja en los precios. La mercadería buena se vende siempre, aunque el círculo que puede darse el gusto es reducido”. Por último, Fito Díaz Piriz no se vio afectado por la pandemia, “por el contrario, fue muy favorable. Creo que se vienen tiempos nuevos en que la virtualidad es el medio actual y a futuro en el que se va a manejar todo tipo de negocios”.

Vestigios del futuro
Las restricciones a la circulación afectaron a todos ya que los viajes a buscar tesoros se espaciaron o directamente se dejaron de realizar y es lo que más extrañan, como cuenta Fernández: “Las ferias como, por ejemplo, en Buenos Aires que desde que empezó esto no volví más, o a Rosario. Eso lo extraño, pero bueno, acá en la zona o a través de amigos que uno va haciendo por todo el país pude ir comprando las cosas que me gustan. Las antigüedades siempre están y siempre aparecen. Es mentira eso que se acaban, todo el tiempo te ofrecen cosas o de algún coleccionista que fallece y la familia esta hinchada las bolas que el tipo se dedicó toda la vida y muere y la venden”. En la misma línea, Marcat afirma que lo de “las antigüedades es un cuento de nunca acabar. Siempre se encuentra algo nuevo. Siempre aparece gente que te busca para que le compres lo que en algún momento no quiso vender por tal motivo y ahora se decidió a venderlo”. Cuenta también que por ahora no están recorriendo la zona debido a las medidas de cuidado por la epidemia por el coronavirus, “pero tenemos colegas, conocidos, amigos que saben que compramos continuamente y nos avisan si saben de alguien que venda algo. De hecho, se comunican directamente con nosotros para concretar un horario y traer lo que tienen”. Nico, con todos los recaudos, siempre se da “una vuelta por algún camino rural o pueblo vecino. También suele comprar por las redes y en los grupos de venta. “Pero se puso complicado salir en un momento por los controles y los horarios reducidos”. Fito, en cambio, dejó de salir de recorrida desde hace un tiempo, “por las limitaciones que generó la pandemia, aunque reconozco que es la parte que más me gusta. Abrir galpones o graneros en los campos y sentir esa adrenalina de con qué tesoro te vas a encontrar. Con los años me he hecho conocido en el rubro y no he tenido necesidad de salir ya que todos los días llaman para ofrecer cosas, lo que facilitó mucho el trabajo”.

Vocación que se lleva en la sangre
Para el cierre quedó el acuerdo de los cuatro en lo que comparten: la Pasión. Nico es el primero en no dejar dudas, “en mi caso es una pasión y sólo por esto uno hace lo imposible por seguir manteniendo en pie el local, para poder obtener algún objeto para atesorar y otros para la venta.
Esto lo hago con mucha pasión y me trae mucha satisfacciones”. Luis también declara su afición por las antigüedades, “entre lo que me gusta, lo que colecciono, lo que cambio, lo que vendo se pasa mi tiempo de pandemia y creo que la gente también encontró un atractivo en esto de las antigüedades”.
Como Pablo que se siente “un afortunado de haber elegido esto que lo hago con mucha pasión, me trae mucha satisfacción y la vez me reditúa dinero”. Fito cierra expresando que esa vocación “por lo antiguo viene en mis genes. A toda persona que ha comenzado a coleccionar e interesarse por la historia y su valor le ha pasado lo mismo, queda atrapado en una pasión y respeto por el paso del tiempo, cada historia, y cada anécdota que acompañan los objetos”.
A los cuatro se los puede encontrar en sus Facebook personales o en cualquier recorrida por la ciudad, ya que están desparramados por distintos puntos de La Histórica. O ahí, en algún objeto que sobresalga en la repisa de la casa, aquel artefacto, o ese utensilio que la abuela atesora con cariño y devoción, con el valor inmenso de los recuerdos de juventud que nos devuelven tras una simple mirada.

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