Obedecer es morir

Señor director:
Creo que tiene razón quien haya ideado la frase que un día vi escrita sobre la pared de una calle de Buenos Aires: “Obedecer es morir”. No es que no crea en la virtud de la obediencia a las leyes que rigen el universo. No. Lo que pasa es que hoy en día, el ámbito social en general y el jerárquico en particular han decaído tanto, que obedecer ciegamente las reglas del sistema equivale a vender la libertad y dignidad a muy bajo precio.
En el marco sociopolítico actual, “Obedecer es morir”. Vivir con dignidad implica justicia, paz, libertad y amor, pero la dependencia chauvinista que alienta la cultura consumista constituye un servilismo humillante que excluye toda posibilidad de emancipación real e integridad moral.
El sistema de gobierno que rige en la mayoría de los pueblos del mundo moderno es oficialmente “democrático” pero en los hechos se fundamenta en el engaño más despiadado, en la ignorancia más osada, y, la mayoría de las veces, en una combinación de ambos. Sin corregir la inmoral mentalidad explotadora que caracteriza a la sociedad contemporánea, es imposible vivir con dignidad. Los desafueros siempre acarrean nefastas consecuencias.
No es que la gente sufra por el desprecio que muestran hacia ellos –los pobres por ser pobres y los ricos por ser ricos–, sino porque no pueden soportar el repudio personal que experimentan hacia sí mismos al darse cuenta de que el trabajo al que han sido obligados por el sistema, basado en el consumismo compulsivo, los corrompe y aleja cada vez más de sus nobles aspiraciones personales. Nunca antes las personas de los países más desarrollados habían gozado de tantas facilidades domésticas como ahora y, al mismo tiempo, nunca se habían sentido tan frustradas.
Por desgracia, todavía hay muchas personas que irrespetan la naturaleza sin darse cuenta de que con ello provocan reacciones catastróficas a todos los niveles. Los continuos desastres naturales, los irreversibles daños ecológicos y las guerras de todo tipo deberían ser motivo suficiente para comprender y reconocer lo errado de la mentalidad explotadora, implícita en el sistema consumista en que todo el mundo se halla inmerso.
El ser humano sólo tendrá paz cuando utilice su libertad de manera responsable. La libertad no es algo que tenemos que “adquirir” o “conquistar”. Es algo innato que poseemos desde antes de nacer y que por diversos motivos hemos olvidado usar con la destreza requerida. Para ejercerla eficazmente es necesario apartarse de las influencias negativistas. Cuanto más se eleva la conciencia más se consolida la verdadera libertad. Por tanto, con solo ser conscientes de ello, podríamos recuperarla y aplicarla de manera inteligente y provechosa ahora que tanta falta hace.
Lucas Santaella