Nuestros veraneantes

Señor director:
Por tradición, nuestra ciudad inaugura la temporada de verano, todos los 8 de diciembre, fecha conmemorativa de la Inmaculada Concepción, en donde se bendicen «las aguas» con presencia de autoridades de gobierno y eclesiásticas.
Así de esta manera se habilitan las playas y en forma oficial el ingreso del público, un tanto a espacios públicos gratuitos y un tanto también privadas.
Apuntando al venidero mes que hacíamos alusión en el primer párrafo, salimos un tanto de recorrida por la actual » isla» y de pronto nos sorprendió un cartel ubicado en uno de sus extremos, casi sobre el propio nivel del rio , sostenido entre dos frondosos sauces llorones.
Obviamente el contenido de su texto no hacía más que reflejar, más allá de su solicitud, el desinterés de sus veraneantes por cuidar y mantener los espacios limpios. Bolsas de residuos y embaces plásticos de gaseosas esparcidos por todos lados. Una demostración incontrastable de quienes estuvieron en esos lugares, no se comidieron en depositar los residuos en los » tachos recolectores».
Toda una desidia de sus visitantes, muchas veces se cargan las tintas contra los trabajadores del estado que no hacen nada, pero en este caso los veraneantes, que suelen mirar con desprecio al municipal, vienen y muestran lo poco amigable que pueden ser con el ambiente. Esta no es una expresión contra el veraneante que llega hasta nuestra querida ciudad para dejar algo de dinero al diferentes sectores como lo son el hotelero, gastronómico, entretenimiento y comercial, entre otros.
Junto a mi pareja, notamos que durante todo el recorrido del circuito isleño, cada 30 y o 40 metros, encontramos estructuras metálicas en lugares bien visibles para cualquiera que cuente con una mínima visión, con bolsas de polietilenos para depositar residuos.
Esta situación descripta genera toda una vergüenza ajena, que quienes hicieron uso y goce de la playa, no hayan tenido en cuenta la higiene, para bien propio y de sucesivos visitantes.
Muchas veces escuchamos al 80 por ciento de las personas, en cualquier lugar del mundo (y no es que sea una persona muy viajada), que se jactan de guardarse los plásticos y papelitos en el bolsillo para llegar a casa y tirarlo ¿Qué pasa con el común de esas personas cuando llegan a una playa? Pareciera que se olvidan de lo que dicen hacer once meses y medio al año en su ciudad, para comportarse de manera diferente en nuestras playas.
Estas líneas no son para despotricar contra el turista, que tanto falta le hace a determinado sector económico de la ciudad, pero es algo para al menos tener en cuenta y cuando veamos a alguien en las playas que “se le cae algo al piso”, le podemos indicar la cercanía del tacho de basura a menor cantidad de metros. Son muchos y se ven por todas partes.
Ezequiel Gradizuela