Santoral
Los católicos recuerdan hoy a San Dominico de Guzmán. El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6.800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y fue declarada beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa. A los 14 años, se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos y hacer caridad a los pobres. Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y. con el precio de la venta. ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por ese desprendimiento, les decía: «No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos».
Jornada de la Juventud
El papa Francisco clausuró la Jornada Mundial de la Juventud Católica con una gran misa al aire libre y un discurso que evocó el de «tengo un sueño» del predicador estadounidense Martin Luther King, en el que expresó su anhelo por la paz mundial y especialmente para Ucrania. Aproximadamente 1,5 millones de personas asistió a su misa de clausura en un parque junto al río de la capital portuguesa, dijo el Vaticano, que citó a las autoridades locales. Muchos de los fieles durmieron al aire libre, tras haber asistido allí a una vigilia bajo un calor sofocante. Después de la misa, Francisco, de 86 años, instó a los jóvenes a llevar a casa las experiencias fraternas de los seis días de fiesta y aplicarlas a su vida cotidiana. «Queridos amigos, permítanme que este anciano comparta con ustedes, jóvenes, un sueño que llevo dentro: el de la paz, el de los jóvenes que rezan por la paz, que viven en paz y construyen un futuro en paz», indicó Francisco. «Al volver a casa, sigan rezando por la paz.
Además, sean una señal de paz para el mundo, mostrando cómo las diferentes nacionalidades, lenguas e historias se pueden unir en lugar de dividirse. Son la esperanza de un mundo diferente», precisó. Les pidió que pensaran en los jóvenes que no podían acudir al acto debido a los numerosos conflictos armados y guerras del mundo y añadió: «Al pensar en este continente, siento un gran dolor por la querida Ucrania, que sigue sufriendo mucho». Francisco, en su regreso a Roma, tras el acto de agradecimiento a los voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud, se reunió durante su viaje con una delegación de 15 jóvenes ucranianos.