Bendición de los ramos
En la capilla La Concepción se realizará hoy, a las 18:00, la bendición de ramos. Así lo hizo saber la comunidad religiosa al consignar que se hará una marcha por las calles del barrio y luego se ingresará al templo para asistir a la celebración de la Eucaristía.
Yoga: charla informativa
Hoy, a las 19:00, tendrá lugar en la Gran Fraternidad Universal (GFU) la charla informativa referida al Profesorado de Yoga, cuyas clases habrán de iniciarse el 15 de abril.
Santoral
Los católicos recuerdan hoy a San Hugo de Grenoble. Nació en Valence, a orillas del Isar, en el Delfinado, en el año 1053. Casi todo en su vida se sucede de forma poco frecuente. Su padre Odilón, después de cumplir con sus obligaciones patrias, se retiró con el consentimiento de su esposa a la Cartuja y al final de sus días recibió de mano de su hijo los últimos sacramentos. Así que el hijo fue educado en exclusiva por su madre. Aún joven obtuvo la prebenda de un canonicato y su carrera eclesiástica se perfiló feliz por su amistad con el legado del Papa. Por ser bueno y piadoso, lo hicieron obispo a los 27 años muy en contra de su voluntad por no considerarse con cualidades para el oficio. Lo consagró obispo para Grenoble el papa Gregorio VII, en 1080 y costeó los gastos la condesa Matilde. Al llegar a su Diócesis se la encontró en un estado deprimente: imperó la usura, se compraron y vendieron los bienes eclesiásticos, abundaron los clérigos concubinarios, la moralidad de los fieles estuvo bajo mínimos con los ejemplos de los clérigos, y sólo hubo deudas por la mala administración del obispado. Después de dos años todo siguió en desorden y desconcierto. Terminó el obispo por marcharse a la abadía de la Maison-Dieu en Clermont (Auvernia) y por vestir el hábito de San Benito. Pero el Papa le mandó taxativamente volver a tomar las riendas de su iglesia en Grenoble. Y obedeció. Se entregó a cumplir fielmente y con desagrado su sagrado ministerio.
La salud no le acompañó y las tentaciones más aviesas le atormentaron por dentro. Inútil fue insistir a los papas que se sucedieron le liberaron de sus obligaciones, nombraron otro obispo y aceptaron su dimisión. Siguió en el tajo de obispo sacando adelante la parcela de la Iglesia que tuvo bajo su pastoreo. Vendió las mulas de su carro para ayudar a los pobres porque no había de dónde sacar cuartos ni alimentos, visitó la Diócesis por los caminos, estuvo presente en concilios y excomulgó al antipapa Anacleto; recibió al papa Inocencio II -que tampoco quiso aceptar su renuncia- cuando huía del cismático Pedro de Lyon y contribuyó a eliminar el cisma de Francia. Ayudó a San Bruno y sus seis compañeros a establecerse en la Cartuja que para él fue siempre remanso de paz y un consuelo.
Al final de su vida, atormentado por tentaciones que le llevaban a dudar de la Divina Providencia, aseguraron que perdió la memoria hasta el extremo de no reconocer a sus amigos, pero manteniendo lucidez para lo que se refería al bien de las almas. Su vida fue ejemplar para todos, tanto que, muerto el 1 de abril de 1132, fue canonizado solo a los dos años, en el concilio que celebraba en Pisa el papa Inocencio. No tuvo vocación de obispo nunca, pero fue sincero, honrado en el trabajo, piadoso y obediente. La fuerza de Dios fue así. Fue modelo de obispos y de los más santos de todos los tiempos.
Aniversarios e imágenes familiares
Los lectores de LA CALLE que deseen enviar sus fotos referidas a cómo celebran sus aniversarios y viven la cuarentena desde sus casas pueden enviarlas –en forma gratuita- al siguiente correo electrónico: redacción@lacalle.com.ar para su publicación. En lo posible, consignar los nombres de las personas que aparecen en la imagen, el apellido de la familia y la localidad de residencia.