Noticias sociales

Bautismo
En la Basílica Inmaculada Concepción fue bautizada Lena Brun.

Santoral
Los católicos recuerdan hoy a los Santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos de San Pablo. Ambos vivieron en la órbita del Apóstol de las Gentes y el nuevo calendario los colocó después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo. Timoteo fue la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz y valiente. Por esas cualidades, Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50. Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompañó a Filipos y a Tesalónica. Después estuvieron en Atenas, Corinto, Éfeso y, finalmente, en Roma, durante el primer cautiverio de Pablo. Fue un infatigable viajero y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta enviada por Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después, regresó a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el 97. El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, quien lo llamó “hijo mío”, se encontró con Pablo en Jerusalén, en el 49. Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la ‘carta de las lágrimas’ de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén. Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana. Allí recibió la carta de Pablo. Fue un documento muy importante, porque informó sobre la vida interna de la Iglesia apostólica.