Bautismo
Candela Mazzini recibió en la parroquia María Auxiliadora el sacramento del Bautismo.
Santoral
Los católicos recuerdan hoy el traslado del cuerpo de Santiago. El rey Herodes mandó decapitar a Santiago. Fue el protomártir de los apóstoles; luego, le seguirían todos los demás y sucedió en la ciudad santa de Jerusalén. Éste fue el dato histórico y punto de partida de una leyenda que parece ser un inverosímil juego imaginativo pero, como tantas veces sucede, la fantasía mejor intencionada cubre los espacios en blanco que la historia no puede rellenar con datos comprobables. Y la leyenda se expone así resumiendo: una vez muerto Santiago, los siete discípulos que había llevado consigo, cuando estuvo en España, robaron por la noche el cuerpo que Herodes prohibió enterrar y dejó expuesto a las aves, perros y alimañas. Ocultamente lo llevaron hasta el puerto de Jaffa, donde milagrosamente encontraron una nave sin remeros ni piloto, pero con todo lo necesario para una larga travesía. Ayudados por un viento favorable y sin escollos ni tempestad arribaron a Iria Flavia —hoy Padrón— cerca de Finisterre. Con esto cumplieron el deseo que les había encargado el propio Santiago previendo el acontecimiento de su muerte. Tierra adentro encontraron una gruta. Les pareció un sitio apto para depositar los restos mortales. Manos a la obra, destruyeron un ídolo de piedra de los paganos del país y excavaron en la piedra un sepulcro donde depositaron el cuerpo con su cabeza que habían transportado. Luego levantaron una casa que sería capilla. Teodoro y Atanasio se quedaron custodiando la reliquia, mientras que los otros cinco compañeros salieron por los campos y poblados a predicar el Evangelio. Cuando murieron los dos custodios recibieron sepultura junto a los restos de Santiago.