Bautismo
Liz Márquez recibió los óleos bautismales en la parroquia San Vicente de Paúl.
Santoral
Los católicos recuerdan hoy a Santa Inés de Montepulciano. Nació en 1270. Hija de la toscana familia Segni, propietaria acomodada de Graciano, cerca de Orvieto. Cuanto solo tenía nueve años, consiguió el permiso familiar para vestir el escapulario de «saco» de las monjas de un convento de Montepulciano que recibían ese nombre precisamente por el pobre estilo de su ropa. Seis años más tarde fundó un monasterio con Margarita, su maestra de convento, en Proceno, a más de cien kilómetros de Montepulciano. Mucha madurez debió ver en ella el obispo cuando con poco más de quince años la nombró abadesa. Dieciséis años desempeñó el cargo y en el transcurso de ese tiempo hizo dos visitas a Roma: una fue por motivos de caridad, muy breve; la otra tuvo como fin poner los medios ante la Santa Sede para evitar que el monasterio que acababa de fundar fuera un día presa de ambiciones y usurpaciones ilegítimas. Se vio que en ese tiempo podía pasar cualquier cosa no sólo en los bienes eclesiásticos que detentaban los varones, sino, también, con los que administraban las mujeres. Apreciando los vecinos de Montepulciano el bien espiritual que reportaba el monasterio de Proceno puertas afuera, rogaron, suplicaron y empujaron a Inés para que fundara otro en su ciudad, pensando en la transformación espiritual de la juventud. Descubierta la voluntad de Dios en la oración, decidió fundar. Sería en el monte sembrado de casas de lenocinio y se levantaría gracias a la ayuda económica de los familiares, amigos y convecinos. Tuvo una visión en la que tres barcos con sus patronos estuvieron dispuestos a recibirla a bordo; Agustín, Domingo y Francisco la invitaron a subir, pero fue Domingo quien decidió la cuestión: «Subirá a mi nave, pues así lo ha dispuesto Dios». Su fundación seguirá el espíritu y las huellas de Santo Domingo y tendría a los dominicos como ayuda espiritual para ella y sus monjas. Con maltrecha salud, sus monjas intentaron procurarle remedio con los baños termales cercanos; pero falleció en 1317. Fue canonizada por Benedicto XIII en 1726.
Teatro en el Auditorio
En el auditorio Carlos María Scelzi se pondrá en escena el sábado 23, a las 21:30, el unipersonal Mandinga, el diablo que vino de África. Diego Martínez, su autor, es sanjosesino y ex alumno de periodismo de la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU). Y, en este momento, se encuentra radicado en España. En Mandinga, el diablo que vino de África, Diego saca a la luz una temática por demás silenciada: los africanos y afrodescendientes en la Argentina. El espectáculo, interpretado por Mauricio González, bajo la dirección de Yamil Ostrovsky, y apto para todo público, fue declarado de interés municipal. La entrada se puede conseguir en librería Helvética, en 25 de mayo 208, o en forma online en https://www.eventbrite.com.ar/e/unipersonal-mandinga-el-diablo-que-vino-de-africa-tickets-296330381147. Ese mismo día, pero a las 15:30, se dictará en el Colegio República de Italia un seminario de teatro físico, a cargo de Yamil Ostrovsky. Los cupos son limitados.
Aniversarios e imágenes familiares
Los lectores de LA CALLE que deseen enviar sus fotos referidas a cómo celebran sus aniversarios y viven la cuarentena desde sus casas pueden enviarlas –en forma gratuita- al siguiente correo electrónico: redacción@lacalle.com.ar para su publicación. En lo posible, consignar los nombres de las personas que aparecen en la imagen, el apellido de la familia y la localidad de residencia.