Bautismo
En la parroquia María Auxiliadora fue bautizada Valentina Sauvisky.
Santoral
Los católicos recuerdan hoy a Tomás Becket, obispo y mártir, quien, por defender la justicia y la Iglesia, fue obligado a desterrarse de la sede Canterbury y de Inglaterra, volviendo al cabo de seis años a su patria, donde padeció mucho hasta que fue asesinado en la catedral por los esbirros del rey Enrique II, emigrando a Cristo. Una de las más adivinadas elecciones del gran soberano inglés, Enrique II, fue la de su canciller en la persona de Tomás Becket. Había nacido en Londres en 1118 de padre normando y fue ordenado archidiácono y colaborador del arzobispo de Cantorbery, Teobaldo. Como canciller, se sintió a sus anchas: tenía ambición, audacia, belleza y un destacado gusto por la magnificencia. Cuando era necesario sabía ser valiente, sobre todo cuando se trataba de defender los buenos derechos de su príncipe, de quien era íntimo amigo y compañero en los momentos de descanso y de diversión. El arzobispo Teobaldo murió en 1161 y Enrique II, gracias al privilegio, que le había concedido el Papa, pudo elegir a Tomás como sucesor para la sede primada de Cantorbery. Nadie, y mucho menos el rey, se imaginaba que se iba a transformar en un gran defensor de los derechos de la Iglesia y en un celoso pastor de almas. Pero Tomás le había advertido a su rey: “Señor, si Dios permite que yo sea arzobispo de Cantorbery, perderé la amistad de vuestra majestad”. Ordenado sacerdote el 3 de junio de 1162 y consagrado obispo al día siguiente, Tomás Becket no tardó en enemistarse con el soberano. Las Constituciones de 1164 habían restablecido ciertos derechos abusivos del rey caídos en desuso. Por eso, no quiso reconocer las nuevas leyes y escapó a las iras del soberano, huyendo a Francia, en donde pasó seis años de destierro, llevando una vida ascética en un monasterio cisterciense. Restablecida con el rey una paz formal, gracias a los consejos de moderación del papa Alejandro III, Tomás pudo regresar a Cantorbery y fue recibido triunfalmente por los fieles. Cuatro caballeros armados salieron para Cantorbery. Se le avisó al arzobispo, pero él permaneció en su puesto.
Recibió a los sicarios del rey en la catedral, revestido con los ornamentos sagrados. Se dejó apuñalar sin oponer resistencia, murmurando: “Acepto la muerte por el nombre de Jesús y por la Iglesia”. Era el 23 de diciembre de 1170. Tres años después, el papa Alejandro III lo inscribió en la lista de los santos.
Catálogo digital
Desde el Museo Provincial de Bellas Artes Pedro E. Martínez y la Secretaría de Cultura de Entre Ríos comunicaron que las nuevas obras que integran el Salón de Artes Visuales ya se encuentran reunidas y disponibles para su visualización en formato digital. En la presente edición, se exhiben 107 obras de 72 artistas de 21 localidades de Entre Ríos. Quienes estén interesados, pueden recorrer las obras ingresando al siguiente enlace: https://drive.google.com/file/d/1KlabiWEuQKHOZT_QcImPLihpi2myEPx0/view