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Bautismo
Bairon Martín Leiva recibió el sacramento del Bautismo en la parroquia María Auxiliadora.

Santoral
Los católicos recuerdan hoy a San José Cupertino. Nació en 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado. Murió el papá y, entonces, la mamá, ante la situación de extrema pobreza en que se hallaba, trataba muy ásperamente al pobre niño y éste creció debilucho y distraído. Se le olvidaba hasta de comer. A veces, pasaba por las calles con la boca abierta, mirando tristemente a la gente y los vecinos le pusieron por sobrenombre el «boquiabierta». La gente lo despreciaba y lo creía un poca cosa. Pero lo que no sabía era que en sus deberes de piedad era extraordinariamente agradable a Dios, quien le iba a responder luego de maneras maravillosas. A los 17 años pidió ser admitido de franciscano, pero no lo fue. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego. Pero, después de ocho meses, fue expulsado porque era en extremo distraído.
Se vio, entonces, obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La mamá no sintió ni el menor placer al verlo regresar y, para deshacerse de él, le rogó insistentemente a un pariente franciscano, para que lo recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los padres franciscanos.
Sucedió entonces que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse, con notable destreza, en todos los oficios que le encomendaban. En 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano. Lo pusieron a estudiar para presentarse al sacerdocio, pero, cuando iba a presentar exámenes, se trababa todo y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del Evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: «Bendito el fruto de tu vientre Jesús». Estaba asustadísimo, pero, al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: «Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar». Y salió precisamente la única frase que Cupertino se sabía perfectamente: «Bendito sea el fruto de tu vientre». Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.

Programación radial
Buen Anuncio, la radio de la Diócesis de Gualeguaychú, irradia su programación por la señal de frecuencia modulada (FM) en el 95.7 del dial y su canal en Youtube.