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Bautismo
Pía Banchero fue bautizada en la parroquia María Auxiliadora.

Santoral
Los católicos recuerdan hoy a Nuestra Señora de Loreto, patrona de la Aviación. Loreto es, como Guadalupe, Fátima, Lurdes, Montserrat, Nuria y un inacabable etcétera, el nombre de un lugar geográfico cuyo renombre ha saltado fronteras gracias a algún milagro de la Virgen, relacionado siempre con su imagen concreta, sobre la que se han levantado grandes templos convertidos en focos siempre resplandecientes del culto a la Madre de Dios. Como soporte «histórico» hay en todos los casos una piadosa leyenda relacionada con la imagen de María Santísima que se constituye en epicentro del culto. En el caso de Nuestra Señora de Loreto la piedad de los fieles forjó una leyenda más audaz, allá por el siglo XIV y, en torno a ella, erigió un gran centro de culto a la Virgen, que era de lo que se trataba. Cuenta la piadosa leyenda que para evitar que cayese en manos de los infieles y fuese profanada la casa de la Virgen en Nazaret, ésta mandó a los ángeles que la trasladasen volando por el cielo (de ahí el patrocinio sobre la aviación) a un lugar seguro, en el que estuviese garantizada su conservación para rendir en ella culto a la Madre de Dios. El lugar que eligió la Virgen fue primero Dalmacia, pero no contenta con esta situación, la hizo trasladar por los mismos ángeles a Loreto. Allí se encontró la casa de María, en un bosque y se supo cómo había llegado hasta allí, por revelación de la misma Virgen al cura del lugar, gravemente enfermo, a quien devolvió la salud. La veneración de los fieles por tan singular recuerdo de la Madre de Dios movió centenares de miles de peregrinos, por lo que se levantó un suntuoso templo dentro del cual quedó la casa de la Virgen para su veneración. El nombre de Loreto se fue repitiendo a partir de ahí, especialmente en la geografía del nuevo mundo.

Reconocimiento
Se anunció el título de la novela ganadora de la segunda edición del Premio Fundación Medifé-Filba. Los llanos (Anagrama), del cordobés Federico Falco (General Cabrera, 1977), se impuso a las demás finalistas: Amado señor, de Pablo Katchadjian; Confesión, de Martín Kohan; Maratonista ciego, de Emilio García Wehbi, y No es un río, de Selva Almada. El jurado compuesto por Sergio Bizzio, Vera Giaconi (en reemplazo de María Moreno) y Claudia Piñeiro eligió la novela ganadora. Falco recibirá 500.000 pesos de premio; según trascendió, se enteró “en vivo” de que había ganado. “Gracias, ya era un honor estar en la lista de finalistas -dijo Falco-. Mucha gente me escribió sobre la novela desde su lanzamiento, sobre lo que había perdido en estos años”.