NO ES UNA PELÍCULA, ES LA REALIDAD. El crimen y castigo de Nahír Galarza

El 29 de diciembre de 2017, por la madrugada, dos disparos acabaron con la vida de un joven de 20 años de edad, en la ciudad de Gualeguaychú. Los mismos habían salido de la boca del arma reglamentaria de su suegro. Horas después, se declaró autora del hecho su novia, una chica de 19. años.

Los protagonistas del drama fueron Fernando Pastorizzo y su hasta entonces novia, Nahír Galarza, una rubia bonita y espigada, que cursaba el primer año de abogacía en la Universidad de Concepción del Uruguay.
Ambos vivían en Gualeguaychú y mantenían una relación de varios años, incluso el joven había compartido unas vacaciones con los Galarza lo que corroboró la relación de ambos jóvenes, sumado al testimonio de sus amigos.
Por declaraciones de la joven, se supo que esa noche Fernando fue a la casa de la familia Galarza y, luego de una discusión por celos (siempre discutían por celos -algunos calificaron su relación como tóxica-), le propuso a la chica ir a la casa de su abuela.
Pero al salir tomó el arma reglamentaria de su suegro, que estaba arriba de una heladera, y la guardó entre sus pertenencias. Mientras transitaban en la moto de él, Fernando detuvo el vehículo y Nahír descendió, (antes había tomado el arma de la mochila del conductor) y le disparó a la espalda. Él cayó y quedó boca arriba con la moto encina, ella volvió a disparar, esta vez al pecho y acto seguido se alejó del lugar.
El cruento episodio tuvo un testigo que fue quien encontró al joven moribundo, si bien no vio el momento preciso del ataque. Un remisero que pasaba por la zona escuchó las detonaciones y luego de dejar a una pasajera, acertó a pasar por el lugar donde el joven estaba tendido en el suelo con la moto encima. El hombre declaró que Fernando todavía movía los labios y que tenía sangre en la boca. Esta persona fue quien pidió ayuda. Pero el joven ya estaba muriendo.
En primera instancia la joven estudiante declaró como testigo, pero horas después, ante la posibilidad de que su padre quedase implicado en el hecho, pues había disparado con su arma, se declaró culpable. Dijo que tuvo acceso al arma de su padre porque siempre estaba allí, pero que ella y su hermano menor sabían que no debían tocarla, sin embargo, Fernando la tomó. Dijo a los policías que sabía disparar. Se llegó al juicio apenas unos meses después el 13 de julio de 2018.
En esa instancia se expuso con crudeza lo sucedido, saliendo a la luz cuestiones que pretendieron instalar el hecho en el marco de violencia de género a favor de la joven, quien alegaba a través de sus abogados que era maltratada por Fernando. Esto fue rebatido por amigos de la víctima y por su propio padre, quien declaró que el maltratado por Nahír física y psicológicamente era Fernando.
Los abogados defensores, por su parte, aportaron audios de diálogos entre los jóvenes para reforzar esta posibilidad, pese a todo, esta línea de defensa no prosperó y la joven terminó condenada a prisión perpetua al ser hallada penalmente responsable de Homicidio triplemente agravado. Se apeló, pero no se logró revertir o morigerar la condena hasta ahora. Ya tuvo tres rechazos en Entre Ríos y por estos días se espera la resolución de la Corte Suprema de la Nación, la última instancia que le quedaba.

“Fue mi papá”

Nahír se jugó una nueva carta y a fines de 2022 acusó a su padre, Marcelo Galarza, de ser el verdadero autor del hecho. En líneas generales relató lo acontecido igual que cuando se acusó a sí misma, pero situó también a su padre en el lugar del crimen.
Según ella, Marcelo Galarza habría escuchado a la pareja discutir en la casa familiar, la oyó salir, chequeó que por quinta vez Fernando se había llevado su arma reglamentaria, y los siguió en su auto. Al llegar al lugar donde segundos después ocurrió el hecho, Fernando vio que su suegro los seguía y frenó asustado. El policía frenó a su vez y salió de su auto, ordenó a su hija bajar de la moto, tomó el arma que tenía su yerno y le disparó mientras el joven estaba en la moto y repitió la acción cuando ya agonizaba en el piso. Acto seguido, puso el arma en manos de la Nahír y le ordenó volver a su casa sola a pie, mientras él regresaba en su coche.
En el marco de esa versión, Nahír también disparó con “munición gruesa” contra su padre: lo acusó de maltratar a su madre y, además, de no haber hecho nada contra su propio hermano que la habría abusado sexualmente de cuando ella era niña.

Marcelo Galarza y su hija antes del homicidio y los relatos ficticios de ella.

¿Qué pasó con estas denuncias?

En cuanto a la acusación contra su padre, la Justicia la rechazó “in limine”, es decir al comienzo del acto judicial, pues no se ajustaba a las reglas y el homicidio de Fernando Pastorizzo ya había sido visto exhaustivamente y juzgado, con absoluto apego a las normas jurídicas y procesales.
Consideraron los magistrados que la única vez que Nahír dijo la verdad acerca del hecho, fue cuando reconoció su autoría 48 horas luego del crimen, cuando manifestó que sabía disparar y realizó el gesto de cargar el arma y tirar, tal como lo haría alguien que conoce el movimiento.
Sin embargo, en el juicio declaró que Fernando frenó el vehículo que tomó el arma de su mochila, pero que ella se la quitó y se le escapó un tiro. Siempre según ella, su novio cayó y el arma se volvió a disparar sola, aunque los peritos comprobaron que este segundo disparo no fue hecho a más de 20 centímetros de distancia. Asimismo una cámara de seguridad frente a su casa, registró el regreso de Nahír a pie, luego de haber salido en moto con Fernando, mientras que en ningún momento registró la salida del auto de Marcelo Galarza ni su regreso a la vivienda.
En resumen, esta denuncia fue rechazada de plano por considerarse inverosímil el nuevo relato.
En cuanto al supuesto abuso sexual infantil en su perjuicio por parte de un tío paterno, tampoco fue procedente, pues las pericias psiquiátricas a la joven determinaron que su comportamiento no era el de alguien que había sido abusada durante años, sumado esto a la falta de pruebas.

Inventaba cosas

Santiago Jaimovich fue compañero de estudios de Nahír y además resultó elegido como extra en la película “Nahír”, basada en el libro de Jorge Zonzini, cuyo trailler fue presentado el pasado 22 de mayo.
Santiago fue entrevistado por el programa LAM y definió a Nahír como a alguien a quien le gustaba inventar cosas. Recordó que en una oportunidad, cuando tenía 14 años, la joven desapareció durante todo un día y que luego dijo que había sido raptada por dos personas en una combi blanca, que se sentía drogada y que había sido abusada y luego abandonada en un descampado. Regresó sola a su casa. Se abrió una investigación que incluyó las correspondientes pericias médicas determinándose que no le había pasado nada.
En cuanto a Pastorizzo, dijo que era “un pibe muy tranquilo”, coincidiendo con otros amigos. La conclusión fue que había faltado al colegio e inventó lo del rapto.

El ex compañero de escuela, Santiago Jaimovich, y las fantasías infantiles de Nahír.

La vida en la cárcel

Desde su condena Nahír quedó alojada en la UP N°6 “Concepción Arenal” en la ciudad de Paraná. Allí vivió distintas instancias poco gratas: sufrió bullyng por ser bonita; fue acosada con intenciones amorosas por una mujer detenida a quien denunció; encontró a “su hermana de la vida”, Yanina Lescano, quien fue condenada a 16 años de prisión por considerarla cómplice del homicidio de la pequeña Nahiara Cristo. Esta mujer estaba en pareja con el padre de la niña, Miguel Cristo, quien actualmente cursa, a su vez, una condena a prisión perpetua. Con el tiempo, Lescano apeló y logró incluir la perspectiva de género a su favor, por lo que fue liberada.
También encontró un efímero amor en la cárcel de la mano del joven Matías Caudana, detenido también en una UP N°1 para varones, y cuya abuela estaba alojada junto a Nahír en la prisión de mujeres.
El nuevo amor de la joven, al menos hasta el año pasado, era un fotógrafo italiano con el que se comunica por redes sociales y con el que se habría visto personalmente.
Se supo que actualmente Nahír trabaja en la lavandería del penal y que estudia psicología. No trascendió si además de sus familiares, la visita “su hermana de la vida”, quien goza actualmente de su libertad.

Nahír y el condenado Caudana, a quien conoció por compartir prisión con su abuela.

Mi ángel, ¿mi ángel…?

Mientras escribo esta nota me pregunto: ¿en qué pensaría Nahír cuando, tras dispararle a Fernando, la oscuridad previa al amanecer se tragaba su frágil figura? Tal vez en lo que plasmó  luego del hecho en una red social y que borró casi enseguida: “Cinco años juntos, peleando,  yendo y viniendo, pero siempre con el mismo amor. Te amo para siempre mi ángel”.
Ojalá su mano se hubiese detenido y le hubiera permitido a “su ángel” salir indemne de aquella hora aciaga. Ojalá se hubieran separado y así no hubiesen sucumbido a los terribles lazos emocionales que los ligaban. Ella podría mirar el porvenir con sus hermosos ojos (quizás estaría por recibirse o ya se habría recibido de abogada) y él disfrutaría de su vida. Pero no pudo ser: porque un “hada” asesinó a su “ángel”.