Negociadores

Por Carlos Heller

El gobierno nacional sigue trabajando intensamente en su objetivo de tranquilizar la economía y arribar a un acuerdo con el FMI que le permita al país crecer y solucionar el problema social y de endeudamiento que dejó la anterior administración de Juntos por el Cambio.
Mientras tanto, las noticias que apuntan a influir negativamente en las expectativas no cesan. Unas horas después de que arrancaran las conversaciones algunos medios ya empezaban a afirmar que el acuerdo “se dilata”. Sucede que si se continúa negociando es porque aún no hay acuerdo. En cinco minutos “arregla cualquiera”, sólo tiene que preguntar dónde firmar. No es el enfoque de este gobierno.
El ministro de Economía, Martín Guzmán avanza en una negociación muy compleja. Se trata de alcanzar una negociación que no trabe la posibilidad de que Argentina siga recuperándose y generando empleo. Se necesita un cronograma extenso, que incluya un período de gracia importante, que se le quiten sobrecargos arbitrarios, y que no se acepten condicionamientos, de forma tal que el país pueda llevar adelante un proyecto soberano.
Pocos días atrás, Federico Sturzenegger, presidente del BCRA durante la gestión de Mauricio Macri y quien fijó su meta de inflación del 5% en 2019, dijo que el problema es que “todo el tema de los acreedores y la deuda es una manera de encontrar un enemigo en quien descargar las culpas por las cosas que no ocurren en la Argentina”.
Vale preguntarse: ¿Qué clase de lectura hicieron a mediados de 2018 estos negociadores cuando acudieron al FMI? Basta con recordar la conferencia de prensa en la que se anunció la concreción de la carta de intención con la firma de Sturzenegger y Nicolás Dujovne.
En su exposición, Dujovne justificó el crédito en base a los problemas de la sequía y a los cambios en las condiciones financieras internacionales, y sostenía que “buscamos un reaseguro –preventivo– para poder seguir haciendo lo que estamos haciendo, que es tener un programa consistente para que la Argentina crezca durante 20 años y se convierta en un país desarrollado”. Naturalmente no hubo una sola mención al masivo proceso de endeudamiento previo con los mercados privados externos, que se dio en tiempo récord, y que generó un súbito “vuelo a la calidad” (fuga de capitales por parte de inversores externos) ante el más mínimo cambio de las condiciones en el mundo y el excesivo endeudamiento.