Modelos en pugna

Carlos Heller

La Argentina viene afrontando una serie de problemas no buscados ni generados por el actual gobierno: entre los más importantes, la deuda con el FMI y con los bonistas privados. No son temas que se puedan obviar: se trata de limitantes que restringen los márgenes de acción con los que cuenta la actual administración. ¿Qué estoy intentando decir? Que no se puede analizar las políticas desvinculadas de los contextos donde ellas tienen lugar. Por supuesto, no nos referimos sólo a lo que ocurre a nivel local sino también a escala global. En el mundo estallan problemas de todo tipo y los gobiernos intentan algunas respuestas. En España, por ejemplo, la administración de Pedro Sánchez propuso la aplicación de impuestos extraordinarios a empresas energéticas y entidades financieras. Con ellos, buscará recaudar 3.000 millones de euros anuales durante dos años que se utilizarán para asistir a sectores vulnerables. Se trata de un gravamen a la llamada “renta inesperada”. Sánchez sostuvo que su gobierno “no va a tolerar que haya empresas que se aprovechen de la crisis para amasar riquezas”. Y agregó que “no va a permitir que el sufrimiento de muchos sea el beneficio de unos pocos”. Un proyecto similar proponemos discutir en Argentina. El mismo se enlaza con la creación de un Fondo Nacional para la Cancelación de la Deuda con el Fondo Monetario Internacional, con dólares fugados en el exterior. Pero, para aprobar ambas iniciativas es necesario contar con los votos suficientes en el Parlamento. Allí es cuando el tema de las relaciones de fuerza se vuelve central. El poder concentrado desestabiliza e intenta producir golpes de mercado. Quiere una devaluación sin importarle que éstas siempre perjudican a los más vulnerables. Los “mercados” logran instalar su lógica en la sociedad y ello conduce a que la ciudadanía compre dólares y mercaderías pagando precios exorbitantes. Todo se transforma en una gran locura. En este escenario, la unidad de la coalición gubernamental es imprescindible. Antes de los acuerdos con los otros, necesitamos de los acuerdos entre nosotros. “Terminar con la grieta” suena muy bien, pero los modelos que se defienden son tan opuestos que es muy difícil lograrlo. La oposición quiere que el Estado sea llevado a su mínima expresión y la coalición de gobierno quiere fortalecerlo para aumentar la eficacia de sus políticas y regulaciones. ¿Cómo consensuar con los que quieren un ajuste brutal?