Mirar hacia arriba

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Por Ana Hernández

Mirar hacia arriba o no mirar esa es la cuestión. Era una noche de miércoles cualquiera con un recital esperado, son esos prometedores de fiesta, abrazos entre propios y la jungla de los distintos de siempre. Mientras la Isla del Puerto se incendiaba. Prohibido mirar hacia el sur. Había algo fragmentado, había en el pecho una sensación rara, algo no estaba del todo bien. Una especie de conciencia doble. Entre el reggae y estar con baldes de agua, donde imaginaba estaría mucha gente en fila india con baldes. Demasiada película de montañas y Hollywood en la infancia.

Durante los tres días se hicieron muy visibles los mundos paralelos, como esferas que conviven y sin conexión alguna. Las personas pasaban por el humo y se instalaban a tomar sol prevenidos con pantalla de alto factor protector. Una imagen repetitiva; dos escenas en un sólo escenario llevan a preguntar y preguntarnos qué sucede con los lazos sociales, con las identidades, pensando en ellas como interpelación.

Al mismo tiempo los medios se convierten en la tía Chola con consejos en forma de tips. Si el acto de prevención se limita a tomar agua y usar alta protección solar… entonces está jodida la humanidad. Entonces estamos jodidos como comunidad. Esto merece una reflexión: ¿hay una comunidad? ¿O hay comunidades? y cómo se relacionan para que sobrevivir sea realmente eso y no una sumatoria de personas con mera coincidencia. ¿Una especie algoritmos humanos donde sólo nos relacionamos con quien nos espeja?

La extinción comienza por la estupidización de los sujetos a manos de una sociedad en la que el avance de la insignificancia parece indetenible, y que encuentra en la alianza mortífera entre el capital y el poder económico su forma.

El calor histórico que sufre Europa esta semana y amenaza con afectar la capa de hielo de Groenlandia no es coincidencia, se trata de una muestra de la relación entre el calentamiento global causado por los seres humanos y episodios cada vez más fuertes de temperaturas extremas que ponen en riesgo la salud de millones de personas.

Parafraseando a Jameson (personaje de Leonardo Di Caprio), se puede sostener que es más fácil imaginar la extinción de la humanidad que la forma de vida capitalista, depredatoria del medio ambiente, de la vida social, de la subjetividad y de la economía misma.

Puede ser que lo que ocurre no sea divertido y, como tal, entonces está vedado porque nada que no sea entretenido debe ser visto.

¿Podremos mirar arriba? tratamos de ensayar respuestas y al menos en esa búsqueda sublimamos. Ahí en la indagación se ensayan respuestas. La renegación mecanismo psíquico humano (sólo esta especie lo posee), es uno de los tantos testimonios de la desadaptación y desfuncionalización de su psiquismo. El humano es un ser loco por excelencia: puede alterar datos de la realidad aun a costa de su propia vida. Sabemos de la presencia de la renegación en los duelos, en los traumas, en las catástrofes. La particular experiencia de la pandemia muestra a las claras su presencia. Pero es también claramente observable que la misma es impulsada y fomentada por discursos oficiales.

La organización social ya no genera vigorosos vínculos y principios de legitimación. Se experimenta una fuerte pérdida de legitimidad de la familia, de las instituciones educativas y de las laborales como instituciones socializadoras.

Sostendrá Touraine que experimentamos la separación del universo objetivado de los signos de la globalización del conjunto de valores y expresiones culturales como las identidades particulares relativas a determinados grupos y/o variados caracteres específicos de etnia, religión, identidades sexuales, gustos, y que este debilitamiento de los lazos sociales acarrea un creciente protagonismo de los aspectos de la vida privada, a la vez, que estos “colonizan” la escena pública. Esto también es causa -y efecto en retroalimentación- de la fragmentación creciente de las experiencias que viven los individuos y del relativismo de valores.

Esto explica el proceso de desocialización, lo que supone una creciente incapacidad para generar uniones estables en las dinámicas sociales. La significación de la vida misma en el planeta y en el mundo. Un momento de crisis paradigmática que mientras se transita todo es pregunta y casi nulas las respuestas. Dicen que es obligación ser optimista, juro que lo estoy intentando. No puedo enviar emojis de arco iris, pero siempre sale después de la lluvia. La lluvia que apaga el incendio; moja la tierra mientras germina la semilla.