Millones de personas miran ya para otro lado

Señor director:
Las crisis que todos padecemos reflejan las fallas ocasionadas por las instituciones y por las costumbres defectuosas de cada uno de nosotros. Hemos identificado la buena vida con el consumismo. Los gobiernos son cada vez más incompetentes. El desbarajuste social prefigura una nueva especie de sociedad. Las relaciones, viejas ideas e instituciones están siendo reexaminadas. Vivimos sin saber cómo actuar y concebir la realidad. Gran parte de la sociedad habla de la necesidad de reestructurar los organismos nacionales e internacionales, y cada individuo manifiesta abiertamente sus puntos de vista, cuyo denominador común es la insatisfacción. La humanidad como tal sólo podrá prosperar a través del cambio de mentalidad de cada uno de sus miembros. Ganar en productividad y sentirse más cómodo y confiado en medio de la inseguridad, es un adelanto respecto de lo contrario habido en precedencia, pero lo que se necesita no es mejorar sistemas sino cambiarlos. Todo puede y debe ser de otra manera. Últimamente, hay millones de personas que sienten que sus propias luchas y experiencias personales forman parte de algo más grande, de una transformación social más amplia, cada vez más visible y humanamente correcta. Muchos de ellos desconocen la existencia de redes nacionales y de su influencia en puestos elevados; a lo sumo quizás hayan encontrado una o dos personas de mentalidad igual a la suya en el lugar de trabajo, entre los vecinos, o en su círculo de amigos. Sin embargo, incluso en esos pequeños grupos de dos, de tres, de ocho, de diez, se están fermentando cambios importantes. Estamos en un momento apasionante de la historia, tal vez en un punto decisivo de cambios radicales. Hay muchos problemas que no pueden resolverse al nivel en que vienen planteados. Es preciso situarlos en un contexto más amplio. Quizás por eso, y por primera vez, la gente se está comportando de una forma abierta, expresando sus sentimientos sin miedo a ser juzgados. Ahora el tipo de comunicación es cualitativamente distinto al de nuestro pasado histórico, más rico, más constructivo, menos falso y con menos duplicidad. Se está gestando una nueva conciencia opuesta a la anterior. Su lenguaje es una petición que podemos leer en los ojos de los indignados. Es el deseo de conocer nuestra auténtica vocación en el mundo, de encontrar el modo de ser y de hacer que nos corresponde. Los disturbios que se adueñan de las calles de todo el mundo a diario, evidencian la gran insatisfacción que experimentan las personas al darse cuenta de haber formado parte de un paradigma cultural equivocado. En esta repentina etapa crucial de obligada redefinición debido a la pandemia, muchas personas ya han decidido cambiar su forma de vivir, poniendo todo su empreño en construir nuevas estrategias en sintonía con el instinto de supervivencia.
Lucas Santaella