Mi domingo en la Isla del Puerto después de meses

Señor director:
Durante este domingo tuve la oportunidad de cruzar el puente a la isla del puerto en auto, previa reserva en uno de los dos locales gastronómicos que sí está funcionando; me llamó la atención que uno de los dos esté cerrado.
La oportunidad de vivir algo a lo que estábamos acostumbrados, me llena de esperanza para que la ciudad en un tiempo no muy lejano pueda recuperar esa habitualidad que tan bien nos encajaba; mientras tanto lo que podemos hacer está mucho mejor que lo permitido en grandes centros urbanos del país.
Es odioso realizar alguna crítica, ya que se puede herir susceptibilidades sin buscarlo; pero no puedo dejar de remarcar un pequeño ¿error? Al ingresar a la isla, personal de tránsito te hace firmar una planilla que confirma tu reserva en el local gastronómico, la falencia radica en que usamos la misma birome que toman todos, Si tenemos presente que el virus se puede transmitir de esta manera, lo recomendable sería asistir al lugar con bolígrafo propio para evitar esta pequeñísima exposición.
Por otra parte, en el ingreso al local también te hacen firmar un formulario con el mismo bolígrafo que usaron todos, aunque en este caso una vez utilizado te rocían las manos con alcohol al setenta por ciento.
En el interior de este local las mesas están con un debido distanciamiento de al menos un metro y medio entre sí, cada mesa tiene su rociador de alcohol y todos los chicos que desempeñaban funciones cuentan con barbijos y guantes.
Lo que sí pasa de mano en mano son las cartas con el menú y el medio de pago utilizado, ya sea efectivo y o tarjeta. Los juegos infantiles, lamentablemente, como ocurre en las plazas de la ciudad, no pueden usarse por estos días.
Una vez finalizado el almuerzo, nos retiramos en auto de la isla, una experiencia muy distinta al ingreso, que fue durante un horario donde la mayoría de los uruguayenses estaba almorzando en su casa. Apenas pasaban las 15 horas y una marea de personas cruzaban caminando por el puente en dirección a la isla, todos a pie o montados en una bicicleta. Era raro manejar por el centro de la calle y ver como un número importante de personas te cruzaban por los costados en dirección contraria. Esto me llevó a una sola reflexión: luego de 4 meses, en la ciudad se hicieron tan bien las cosas que podemos estar esperanzados en recuperar la normalidad.
Fue hermoso ver a familias enteras caminando o pedaleando con sus hijos. Fue una palmada al alma que viene castigada luego de tantos meses de incertidumbre, que hoy empieza a tener un horizonte gracias al trabajo que se viene realizando de toda la sociedad local.
Melina Gómez