Mentiras y negocios asociados

Señor director:
Detengámonos a pensar e incursionar en un país imaginario, el cual fue maniatado en su proyección posible, por un dirigente muy correcto según sus propias y falaces declaraciones, que nos condujo por caminos, túneles y circuitos que dejaron a cada paso huellas profundas de una corrupción de la cual debiera ocuparse un Poder Judicial sin dobleces. Sus mentiras compulsivas llenas de gestos de chico bien que no reconoce fácilmente límites morales, las suple recurriendo a los recursos propios de las falacias cotidianas. El poder de embaucar a un número importante de incautos, podría llegar a explicarse en forma tentativa, si aceptáramos que quienes lo siguen son capaces de actuar (o al menos es lo que desean hacer) en forma similar al «gurú» que los dirige, sin escrúpulos, en forma traicionera, pensando en matar negros, o dejar morir a los que se tengan que morir, sosteniendo su andamiaje de mentiras y encubrimientos como un emblema político convincente. Si nos detenemos por un instante, podríamos observar que el apoyo hacia este sector impune, significaría la aceptación de un grupo actuando técnicamente como una asociación ilícita, con el aporte político judicial y mediático a modo de blindaje de ocultamiento de ese accionar.
Sus objetivos: obtener ganancias cuantiosas en base a los resquicios que la «ingeniería ilegal» aplica sobre las funciones del Estado, con la colaboración de la «inteligencia» privada o de terceros, encargada de diseñar y estructurar un andamiaje pensado para permanecer varios años. Es decir, podríamos afirmar que las acciones fueron exactamente proporcionales a la esencia de sus protagonistas, donde la utilización de una especie de dialéctica corrupta y sus consecuencias dañosas, fueron atribuidas a la incomprensión de la mayoría de los argentinos que no prestaron el acuerdo a la naturaleza buena que los guiaba. Esta mezcla de detalles falsos y hechos reales a los que pretende acostumbrarnos el sincronizado accionar de las huestes de cambiemos, buscan con el tiempo proporcionarnos una categoría social de realidad. Amplificada por los medios afines (Los Leucos, Viale, Majul, Novaresio, Lanata, Feinmann, Longobardi, etc.), la difusión de estas mentiras lamentablemente recalan en la conciencia de ignorantes, brutos, crédulos o inocentes, convertidos en adictos apropiadores de la enseña nacional en cuanta movilización se les ocurre inventar. Se pone en evidencia su cerrazón mental a cualquier disquisición que tenga sentido común. A ello se suma que en cualquier intercambio consideran que el fanatismo está del otro lado sin dar razones y explicaciones de ninguna naturaleza. Incluso quizás imaginan que la presentación de Lilita Carrió en Tribunales reconociendo delitos, ha sido escrita por Dios en defensa de la República.
Aldo Savina