Por Alfredo Guillermo Bevacqua
El amanecer nos trajo la noticia triste del fallecimiento de María Elina Flores Lena –o simplemente Marilí–.
El dolor no es solo para los militantes peronistas, también es de aquellos que sin compartir sus ideas, la valoraron por su trabajo, especialmente en las áreas sociales en la que supo volcar sus mejores afanes.
Para todos fue Marilí. Su actuación política la llevó a ocupar cargos partidarios de jerarquía a nivel local y provincial; y en 1995, integró como Secretaría de Gobierno, el gabinete del Presidente Municipal del período 1995-1999, Enrique Luis Bermúdez. Allí demostró su incansable capacidad de trabajo; su predisposición permanente a estar en los momentos y lugares comprometidos.
Posteriormente se desempeñó al frente de la delegación departamental del Consejo Provincial del Niño, Adolescente y Familia (Copnaf); fue desde allí fidelísima intérprete de la frase de Evita: “Donde existe una necesidad, nace un derecho”. Los niños, los adolescentes, las familias vulnerables, supieron entonces de su preocupación, de su trabajo sin calendario y horarios.
Fue una militante cabal, de sólidas convicciones, intérprete generosa de la doctrina peronista se esmeraba en difundirla y exponerla con claridad y pasión. Era dialoguista, porque sabía que tenía fundamentos para convencer y confiaba en la palabra del otro.
Creía en la democracia, y por ello no dudó en estar en Plaza de Mayo cuando el Dr. Raúl Alfonsín, inició su período presidencial, día en que se ponía fin al período más oprobioso de la historia argentina. ¿Quién podía reprocharle, si sabían que era peronista hasta la médula? Ayer, en su viaje a su última morada estuvo acompañada por adversarios que reconocían en ella a una política de fuste.
Puede afirmarse que la muerte nunca fue peronista; en este presente, en que el Peronismo deambula en una frondosa selva de incertidumbre, se lleva a una de esas personas que era un referente porque siempre había mantenido encendida la antorcha y había sido con su entusiasmo, con su energía y su coraje capaz de mantener incólume la esperanza de “volver a los día felices”…
Marilí Flores encontrará reposo en el cementerio vivo que el peronismo ha construido en la memoria de cada militante. Y el 1° de Julio, el 26 de julio, el 17 de Octubre y en el abrazo y la alegría de cada encuentro triunfal, estará en los bustos de la Plaza cantando la Marcha. En la madrugada de ayer, 15 de abril, murió. Tenía 74 años.