por Ana Hernández
De un hombre especial aprendí que los maestros y a los enemigos se eligen. Esa frase es la adecuada justo para uno de los maestros que reconozco como tal al final de su camino. El autor de “Crítica a la razón dialéctica”.
Recuerdo una clase en el teatro Armenio en los gloriosos años del kiscnerismo. Me acerqué y me pidió el bolígrafo para poder firmar los libros. Le pedí a mi vez pautar una nota radial y me dijo que cuando lo llamaban de las provincias muchas veces le preguntaban boludeces, en ese instante sentí un calor en todo el cuerpo, se me aflojaron las rodillas y me enojé mucho, tanto, pero tanto, que contaba esta anécdota siempre que podía a manera de venganza.
Le saqué la lapicera y me fui con los libros sin firmar y el corazón roto. Tomé el primer taxi a Retiro. Había viajado durante 6 horas, una vez a la semana, durante tres meses para escuchar sus clases. Julia, su compañera de toda la vida, se asombraba de quienes viajábamos exclusivamente para escucharlo.
Después de muchos años, ya post ACV, y yo con alguna arruga, volví a sus clases, esta vez eran reducidas para seis personas en el living de su departamento. Nos reunimos justo en los primeros días de marzo, antes del aislamiento, justo cuando se declaraba el cierre de los aeropuertos y la cuarentena, mientras terminábamos la clase sobre Walsh y Borges.
A lo largo de la vida los maestros y maestras se eligen desde la admiración, pero no siempre por capacidad intelectual. En mi caso, siempre busco la coherencia. Me alucinan esas personas que terminan siendo personajes porque piensan, dicen y hacen en la misma línea. José Pablo Feimann fue uno de ellos. Muchas notas dedicadas no sólo por el merecimiento de su trayectoria. Algo escaso hoy y es el reconocimiento a la “autoridad” como sinónimo de autoría.
También el dolor y la pena de sentir que se siguen yendo siempre los nuestros. Como si el Barba se llevara siempre a los del mismo lado. Un año nefasto para la trama cultural argentina, con las muertes casi simultáneas de Juan Forn y Horacio González, personas que escribieron sobre la otredad, las ideas, los idealismos y que también han emitido la crítica hacia adentro. Feinmann habla sobre el asesinato de la realidad y la última revolución que sucedió con la virtualidad. Y observa al sujeto comunicacional como totalizador y absoluto.
El filósofo, escritor y ensayista que hacía de la conciencia de la muerte el rasgo que distingue a los seres humanos. Ser hombre es saber que nos vamos a morir, decía. Y no por pesimista o por nihilista sino por una mezcla de conciencia y responsabilidad, mandato y proyecto, voluntad y disciplina: lo importante es lo que hacemos en eso que coincidimos en llamar vida. Lo que hacemos en obra, en texto, en lenguaje y en acción. Cada tanto en todas las clases, por más que fueran de filosofía o literatura, remitía a Borges (que no le gustaba) aunque lo reconocía. De él aprendí el motivo por el cual Borges no fue Nobel de literatura y cómo pesa la postura política en los intelectuales, de la cuestión humana e inhumana no resueltas y cómo afectan a la hora de gobernar. Lo personal es político siempre.
Tenía a la espalda de su escritorio los Martin Fierro obtenidos por sus guiones y creo que por Canal Encuentro también, si no sucedió lo merecía. Hizo el guion de la película de Eva Perón, conocida y dirigida por Juan Carlos Desanzo pero escrita por José Pablo Feinmann, y protagonizada por Esther Goris y Víctor Laplace en los papeles de Eva Perón y Juan Domingo.
De todas maneras, cuando cayó el mensaje por whatsapp lo primero que pensé fue en Julia. Una mujer talentosísima que estuvo a su lado toda la vida y cuidó hasta ahora. Pensé irremediablemente ¿cómo se sentirá Julia con ese vacío?
Si hay algo que nos dejó la pandemia es la “sabiduría” o la certeza que somos mortales. Nos expuso a la inmediatez y al miedo a la muerte. A su vez reafirma que el capitalismo es eterno y se auto reproduce. La pandemia desveló la asimetría en el acceso a las vacunas entre países desarrollados y no desarrollados económicamente. Nunca sucedió el lema darwinista de sobrevivencia de los mejores de la especie. Todo es mentira y la verdad ha muerto.
Ya no podemos negar la finitud de la vida. Sólo se van los mejores. Se fue José Pablo y el único consuelo es pensar que los maestros también van al cielo.