De esta manera, la comunidad de la capilla homónima, ubicada en el Puerto Viejo, celebró su fiesta patronal.
La comunidad religiosa de la capilla Nuestra Señora de Fátima celebró ayer su fiesta patronal. Lo hizo con una procesión por las calles del barrio Puerto Viejo, seguida de la misa, presidida por el vicario general de la Diócesis de Gualeguaychú, presbítero Jorge Almeida, en representación del obispo, monseñor Héctor Luis Zordán. Conocida formalmente como Nuestra Señora del Rosario de Fátima, es una representación de la imagen de la Virgen María. El origen de la veneración surgió a raíz de la aparición a tres niños pastores, conocidos como Lucía, Jacinta y Francisco Marto, quienes fueron testigos de distintas apariciones en la Cova da Iria, Fátima, una ciudad de Portugal.
De acuerdo con el testimonio de los pequeños, en 1916 pudieron presenciar la aparición de un Ángel en tres ocasiones mientras se encontraban pastoreando sus ovejas; dos veces en la cueva Loca do Cabeco, en Valinhos y la otra en el Pozo del Arneiro.
El Ángel de Portugal, como se le conoció, fue el encargado de enseñarles a rezar, además de aconsejar como adorar a Dios mediante la eucaristía. Algo que fue visto como una preparación para las apariciones de la Virgen María entre mayo y octubre de 1917.
Durante el domingo 13 de mayo de 1917, los tres niños llevaron a pastorear a sus ovejas, al lugar conocido como Cova da Iria, en donde Lucía atestiguó la aparición de una mujer, descripta como: ‘Más brillante que el sol’, con un manto con bordes dorados, vestida de blanco y con un rosario en las manos.
La Virgen de Fátima le pidió a los niños regresar el mismo día y a la misma hora durante los próximos cinco meses, para llevar a cabo el rezo del rosario. Esta noticia la comunicaron a sus padres, siendo solo los de Jacinta y Francisco los únicos en creerla. En junio de 1917, tras regresar, por primera vez para cumplir con la encomienda, la madre de Jesús de Nazareth les comunicó sobre la muerte de Jacinta y Francisco.
El niño falleció el 4 de abril de 1919, a causa de un gripe española que se desató en América y Europa. Por su parte, la joven pastora sufrió una pleuritis purulenta, por lo que su deceso se produjo el 20 de febrero de 1920 en Lisboa. De tal forma que, Lucia fue quien pudo continuar contando la historia y hacer públicos tres secretos que la Virgen les había confiado.
La joven relató que la última aparición de la madre de Jesucristo se dio el 13 de octubre de 1917, durante el llamado ‘Milagro del Sol’, mismo que fue presenciado por más de 70 mil personas.