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Concepción del Uruguay
domingo, junio 22, 2025

Los días más fríos del año

Por Ana Hernández

Dijo María Elena “tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo, estoy aquí, resucitando”. Los lapachos parecen de color rosa muy lavado en las calles que prometen primavera. Los cuerpos caminan lánguidos con hombros caídos. Hay canciones que nos siguen durante toda la vida, y ésta es una de ellas.
A pesar de todo el optimismo no llega espontáneo, pero es una obligación en tiempos de crisis.
Los 14 días posteriores a las elecciones se habló más de los vencidos y no tanto de los vencedores, dato no menor.
Nos vendieron como conclusión más lucida que la población no vota ideologías y, seguramente, es tan cierto como desvinculante de los procesos históricos. Nos quieren sincrónicos sin causas y sin consecuencias mirándonos el ombligo.
Nada comenzó cuando llegamos y todo continuará cuando nos hayamos ido.
La hibridez de los días que corren vuelve muy difícil su tránsito. Amanece de todas maneras cuando el mozo de San Telmo sonríe y se sorprende con un gracias. Hace bien ver la foto completa con el andar de las personas en las calles suponiendo cómo los temas de la política pueden o no afectar su cotidianidad.
En Paraná el martes el Thompson vestía sus lapachos amarillos; el viernes en Concepción parecía domingo.
Algunas cosas no cambian y hay canciones que te siguen toda la vida.
Los muertos siempre son de nosotros y las vaquitas son ajenas. Hay narrativas que caducaron como bestsellers y parecen universales.
A 24 horas del cierre de urnas se preguntaban dónde estaban las feministas y castigaron al lenguaje inclusivo por semejante paliza. Estaría bien volver a ciertos apuntes de semiótica para comprender que la lengua es una construcción social y colectiva y no hay Estado que pueda decidir sobre ella. La legitimidad pasa por la sociedad. A su vez la agenda política y mediática no siempre es sinónimo de la agenda en la comunidad.
Una persona empleada en blanco, ganando el básico, está en la línea de pobreza mientras se debate la teoría económica sobre equilibrio fiscal o ajuste. ¿Entonces la ciudadanía no vota ideología?
Algún día dejaremos de pedir perdón, y miraremos menos la tapa del diario con reflexiones meritocráticas.
Los sueños no están perdidos sólo nos distrajeron por un rato con las pelucas de televisión.
La discusión es más fulera y de fondo; sobre todo en su narrativa. Debemos discutir en este país salvajemente unitario el legado de Martín Fierro. Si nos quedamos con su furia o con su exilio.
La corrección política también tiene sus riesgos, aunque parezca el más hábil recurso para el resguardo.
Estamos a 5 minutos de tener la culpa de todo. Cuando menciono la primera del plural hablo del movimiento de mujeres. Pero vos, Marta, no confundas convicción con libre pensamiento y mucho menos organicidad con obediencia de vida. Demasiado frío antes del equinoccio como para confundir conceptos. Viene bien de vez en cuando un simposio de palabras.
A lo largo de toda la historia, la libertad para pensar fue un bien escaso. Porque las culturas humanas ejercen una dosis muy fuerte de presión sobre las disidencias. No es algo de este momento, forma parte de nuestra misma humanidad. Es tan sólo miedo a lo desconocido y, a veces, a perder los privilegios. No debemos caer en el peligro de la imposición de las unanimidades. Paradójicamente, vivimos en una época que declama el respeto a la disidencia, pero a veces incurre en prácticas opuestas. En nombre de las mejores causas también podemos caer en el autoritarismo.
Me gusta siempre volver a los lapachos como imagen de resistencia en pleno otoño.
Alguna vez Alfonsín dijo: “Si la sociedad se derechiza, el radicalismo debe prepararse para perder elecciones”. Y 15 años más tarde son la columna vertebral de una alianza que no los tiene como protagonistas.
No molesta la ideología molestan los planteos.
En conclusión, todavía se escuchan las voces del lunes siguiente a las elecciones cuando se levantaron indignadas porque la agenda estaba errada y era de unos “pocos pogresistas”.
La culpa la tiene el lenguaje inclusivo, el aborto y las malas palabras. ¿Y todavía seguís creyendo que la gente no vota ideología? Bastó un domingo atroz. En definitiva, que no te distraigan porque la discusión real está en otra parte y sucede en la misma mesa chica de siempre.
La contratapa es de palabras, les regalaría emojis de corazones y de arcoíris pero quedaron anclados en el optimismo, perdidos momentáneamente.
Perdidos sólo momentáneamente hasta que florezcan mis flores.

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