Los canillitas celebran su día

La figura del canillita, aquel vendedor de diarios y revistas que recorre las calles cada mañana, se convirtió en un símbolo icónico de la vida urbana. Desde finales del siglo XIX, estos trabajadores fueron esenciales para la difusión de noticias y llevaron los titulares del día hasta el último rincón de las ciudades y pueblos.

Con su presencia en esquinas y plazas, el canillita representa un eslabón crucial en la cadena de la prensa gráfica y, además, un reflejo de las transformaciones sociales y culturales de su época.

La imagen del canillita, con sus voces alzadas y su entrega diaria, es mucho más que un simple oficio: es parte del paisaje urbano y de la memoria colectiva de varias generaciones.

Cuál es el origen

En Argentina, el 7 de noviembre marca el Día del Canillita, jornada de descanso para quienes distribuyen la prensa escrita en homenaje al dramaturgo uruguayo Florencio Sánchez.

Cada 7 de noviembre en Argentina, los vendedores de diarios y revistas celebran el Día del Canillita, una fecha que conmemora el fallecimiento del dramaturgo y periodista uruguayo Florencio Sánchez, ocurrido en 1910.

Sánchez, autor de la obra teatral Canillita estrenada en 1904, fue quien popularizó la figura del canillita, un personaje fundamental en la historia de la prensa y la cultura popular del país. La pieza narra las vivencias de un joven repartidor de diarios y fue clave para popularizar el término “canillita” que, en lunfardo, hace referencia a las piernas delgadas y visibles del protagonista, cuyo aspecto frágil simbolizaba la pobreza y explotación laboral que vivían muchos niños de la época.

El término ‘canillita’ tiene sus raíces en la palabra latina ‘canella’, que significa caña, y en el lenguaje coloquial rioplatense se refiere al hueso largo de las piernas. La historia de los canillitas se remonta aún más atrás, a fines del siglo XIX, cuando el diario La República de Rosario, fundado en 1898, introdujo la venta de periódicos en las calles a través de niños vendedores.

Inspirado en los ‘newsboys’ de Nueva York, el fundador Lisandro de la Torre aplicó esta estrategia para reducir costos y aumentar el alcance de sus publicaciones. Esta práctica se extendió rápidamente, convirtiéndose en el método principal de distribución de los diarios y estableciendo la figura de los canillitas como símbolo de la prensa gráfica.

Quién fue Florencio Sánchez

Florencio Sánchez fue un dramaturgo y periodista uruguayo, reconocido por su profundo compromiso con la realidad social de su época y su contribución fundamental al teatro rioplatense.

Nació el 17 de enero de 1875 en Montevideo, Uruguay, en el seno de una familia numerosa. Desde joven, Sánchez mostró una inclinación por la escritura y el periodismo y debutó en el diario La Voz del Pueblo a los 16 años, donde comenzó a explorar temas de contenido social y satírico.

Con una vida marcada por la agitación política, Sánchez se unió al movimiento anarquista, que reflejó en sus obras teatrales la lucha de las clases populares, la injusticia social y la explotación laboral.

En 1897, durante la guerra civil en Uruguay, participó en las filas del caudillo Aparicio Saravia, pero la experiencia lo llevó a un desencanto hacia el caudillismo y lo motivó a volcarse a los ideales anarquistas.

Fue miembro activo del Centro Internacional de Estudios Sociales en Montevideo, un espacio de encuentro intelectual para anarquistas. Allí, sus piezas como Puertas adentro y Ladrones comenzaron a consolidar su estilo crítico y su narrativa comprometida.

Alrededor de 1902, Sánchez se mudó a Rosario, Argentina, donde trabajó como redactor en el diario La República, dirigido por el influyente político Lisandro de la Torre. Fue aquí donde Sánchez se involucró con el movimiento obrero y fue un destacado activista durante las huelgas laborales, utilizando su papel como periodista para visibilizar las condiciones de los trabajadores y apoyar las manifestaciones.

Sus primeros textos en La República exhiben el realismo mordaz que caracterizó su producción literaria y su creciente popularidad como cronista de los conflictos sociales de la época. En su obra teatral, Sánchez consolidó su mirada crítica y su habilidad para capturar la vida cotidiana de las clases bajas y medias en el contexto rioplatense.

Su pieza Canillita, estrenada en 1904, se inspiró en los vendedores de diarios que recorrían las calles, y rápidamente el nombre se convirtió en un término común en Argentina para referirse a estos trabajadores.

En esa misma época, estrenó M’hijo el dotor, una obra que reflexiona sobre el choque de valores entre generaciones y tuvo un gran éxito en Buenos Aires.

Barranca abajo, otra de sus obras más destacadas, ahonda en las problemáticas rurales y la decadencia de la figura del gaucho, reflejando una aguda crítica a la sociedad argentina y uruguaya. Florencio Sánchez mantuvo un perfil controversial en el ámbito artístico y político. Sus obras fueron censuradas en ocasiones, y sufrió persecución política, especialmente durante la implementación de leyes antianarquistas en Argentina.

En sus últimos años, Sánchez se trasladó a Europa como representante del gobierno uruguayo en la Exposición Artística de Roma. Sin embargo, su salud, ya deteriorada por la tuberculosis, empeoró y falleció el 7 de noviembre de 1910 en Milán, Italia, a los 35 años.