Lo que se está incubando es brutal

Señor director:
Lo más preocupante en estos momentos de zozobra coyuntural –por cuanto nefasto y perjudicial para la nueva humanidad que representan nuestros hijos–, es el adoctrinamiento escolar. Las nuevas ideologías se promueven de manera minuciosamente calculada por la temeraria mentalidad de quienes promueven una nueva sociedad, tratando de cambiar de un día para otro el curso de la historia. El auge del consumismo ha contribuido a desarrollar un falso concepto de realidad del cual deriva el modo distorsionado de entender las cosas y los consecuentes comportamientos aberrantes. Actualmente, la degradación de la humanidad induce a considerar “vanguardista” la filosofía del “todo vale”, comúnmente aceptada como “democracia” por las mayorías, en un momento de la historia tremendamente decadente, preludio a todas luces de un ambicioso plan de “reseteo” de carácter dictatorial impulsado por el Estado profundo como un giro supuestamente “necesario para el bien común”.
Se especula que, gracias a los desastres naturales, pandemias y vacunas, de ahora en adelante, el mundo con mucha menos gente será más manejable, apoyado en adoctrinamientos y controles que hagan sentirse afortunadas a las personas, a pesar de haber sido esclavizadas por el poder hegemónico de la Inteligencia Artificial, en calidad de oráculo universal o autoridad incuestionable. Sin embargo, las cosas pueden cambiar para mejor si todos los que realmente valoran la vida escuchan atentamente lo que les dicta el corazón. Lo sensato es optar por formas de vida que no infrinjan las leyes naturales. Pase lo que pase, no hay nada que no sea viable si uno se arma de valor y centra su atención en lo esencial. Aunque el bienestar personal requiere renuncias importantes, quien abraza los riesgos y peligros implicados, siempre sale fortalecido con un valioso aprendizaje.
Quien cree en Dios y lo adora con fervorosa devoción, es personalmente protegido, guiado e inspirado por una inteligencia superior. La vida florece y se potencia con el riesgo.
Lo desconocido hace dudar (¿Qué haré, dónde iré, cómo me las arreglaré?) pero si de alguna manera se pierde el miedo, las cosas cambian, el orden sustituye al caos, y la vida se vuelve digna de ser vivida para uno volar con alas propias hacia donde le dicte el corazón. En la naturaleza, todo está cargado de sentido. Verlo es ver, saberlo es saber, entenderlo es entender, y asimilarlo es como respirar por primera vez. Lo que facilita cualquier proyecto de vida es soltarse; desprenderse de cada angustia, obligación o compromiso innecesarios creados por la mente. La absorción en lo esencial abre caminos y convierte la vida en una sublime experiencia de la singular y atractiva belleza de lo ignoto.
Lucas Santaella