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Concepción del Uruguay
viernes, julio 26, 2024

Lo pequeño es hermoso

Sergio A. Rossi (*)

“Un matrimonio, un terreno”, la propuesta del gobierno de San Luis, mediante una ley de acceso a la vivienda para los recién casados es un camino que se debe explorar, profundizar y extender. Era práctica general en tiempos de los incas. Es una manera de sustraer el acceso al suelo de la especulación inmobiliaria y financiera, y una herramienta que fortalecería el ordenamiento territorial, en la medida en que el Estado lo impulse, planifique y evite entregarlo al mercado sin controles.
Para el tiempo de la caída del Muro de Berlín se acumulaban críticas muy válidas sobre las tendencias del planeamiento estatal surgidas en el marco de entreguerras. La economía del Kaiser, el estatismo fascista o soviético, las variantes norteamericanas, francesas e inglesas, el Gran Salto Adelante, acumulaban críticas muy atinadas y había un reclamo muy pertinente sobre incluir la participación de los actores, la sustentabilidad ambiental y los cambios del paradigma tecnológico.
Esas valoraciones y esos análisis tenían su recorrido en nuestro país, están muy claramente documentadas en textos técnico-políticos de 1973/74, y fueron de los tantos debates clausurados por la dictadura. Las críticas a la rigidez de la planificación de gran escala resurgieron en las vísperas de los ’90 incorporando novedades europeas de un tiempo socialdemócrata y dando cuenta del posmodernismo, la necesidad de deconstruir los relatos fuertes y etc. Michael Porter y sus ventajas competitivas para multinacionales fue traducido al catalán en clave socialista y comarcal, y floreció una visión de la ciudad como sujeto que pelea por ser referencia y atraer capitales en el vértigo del tráfico de los flujos y la escasez de los recursos.
La reivindicación de la autonomía municipal se difunde como discurso “polite”, con ecos jacobinos, sí, pero muy funcional a los intereses que buscan degradar los estados nacionales para diluir controles sobre oligarquías financieras y agencias trasnacionales.
Importado a nuestro país, el municipalismo hace escuela, interpretando mal la historia del federalismo y traduciendo en espejo deformante un regionalismo muy asistido en Europa por los fondos estructurales de la Comunidad Europea. Aquí se plasma en la letra constitucional del ’94, pero en un marco de transferencia de responsabilidades a las provincias que escamotea los recursos necesarios para asumirlas.
El polvo levantado por el derrumbe del muro pudo justificar que se nublaran ciertas visiones, y algún ladrillazo en la cabeza atontar algún entendimiento, pero –desorientación sincera o coartada para irse al mazo– advino un largo tiempo de resignación en la política, justificado desde “la academia”. La revalorización de las pequeñas historias personales y de la vida cotidiana como objeto de estudio en la historia, la consigna de que lo pequeño es hermoso, que la ciudad se construye por partes, que la intervención puntual de magnitud y calidad es la que termina imponiendo su marca, han signado tres décadas de caminar por Occidente sin horizonte ni destino.
Otra tendencia bien intencionada ha sido la del planeamiento estratégico y participativo. Llevado a la práctica, termina demasiadas veces siendo una sumatoria de iniciativas fragmentarias, que se mezclan sin integrarse, que se escriben sin presupuestarse, donde se abusa de la idea de que con diálogo, cortesía y mecánica de taller, los malos se redimen, los poderosos se allanan a la razón y se forja el interés general. Si el planeamiento estatista atropellaba actores o se inviabilizaba por no dar cuenta de la complejidad social, la ingenuidad del win-win encubre que mientras se participa sin tiempo, sin meta y sin árbitro, los actores geopolíticos globales y los jugadores fuertes del mercado configuran el futuro en otra parte.
Del planeamiento de guerra al posmodernismo abdicante, el individualismo consumista ha inhibido, en el pensamiento político y en la academia, toda vocación seria de poder. Como ya no se cuestiona el orden global, como ya no se aspira al poder total, impera la lógica del fragmento, muy en paralelo a la cuota de poder que se está dispuesto a pelear o mendigar. No sucede sólo en la reconfiguración física del territorio, de la propiedad y del hábitat, sino en telecomunicaciones, internet y el propio sistema internacional.

(*) Ingeniero agrimensor. Militante político. Secretario de Asuntos Estratégicos Militares del Ministerio de Defensa de la Nación y actual viceministro.

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