LATINOAMÉRICA. Una oportunidad para Guatemala

Alfredo Serrano
Economista

A pocas horas de la medianoche del domingo, 14 de diciembre, Bernardo Arévalo logró tomar posesión como presidente de Guatemala. Durante la jornada, una parte de la oposición se atrincheró en el Congreso impidiendo la conformación de la Asamblea, requisito previo para la juramentación del Presidente.
Finalmente, Arévalo logró sumar una mayoría suficiente y venció en la votación para la Presidencia del Congreso. Sólo la división del partido de su rival electoral en el balotaje (Unidad Nacional de la Esperanza), Sandra Torres, permitió sumar esta precaria mayoría.
El intento de boicot del domingo pasado fue la culminación de cinco meses de maniobras de desestabilización por parte de la derecha para impedir el acceso de Arévalo a la Presidencia, que el 20 de agosto venció en segunda vuelta a Sandra Torres por 58% de los votos frente al 37%.
La estrategia, centrada en la judicialización del proceso electoral, fue orquestada por un establishment nucleado en torno al expresidente Alejandro Giammatei, quien lidera el grupo mayoritario en el Congreso, con 39 de 160 curules.
Dicho establishment, acosado por denuncias de corrupción, tanto nacionales como internacionales, está enquistado en los diferentes poderes del Estado; en la Fiscalía –con la fiscal, María Consuelo Porras como punta de lanza–, en el Ejército y fuerzas de seguridad y en los grandes grupos económicos.

Resistencias invernales
Tras estos precedentes, es evidente que, a pesar de haber logrado tomar posesión, Arévalo se va a encontrar con grandes resistencias.
A su favor, Arévalo cuenta con el sólido respaldo de los gobiernos progresistas latinoamericanos, que se ratificó con la firma de un documento de denuncia de lo sucedido, impulsado desde la Cancillería de México.
También Estados Unidos apuesta por la estabilidad del Gobierno. Su postura ha quedado patente ante los actores políticos, sociales y económicos guatemaltecos y Arévalo parece dispuesto a cultivar este respaldo y ya ha dado muestras de pragmatismo en relaciones internacionales, con su silencio sobre la devastación en Gaza –cabe recordar que se educó en Israel– o su postura ante Nicaragua, donde a pesar de sus críticas no se avizora un cambio en la relación con el vecino país.
Uno de los frentes desde donde provendrán las resistencias será el Congreso, donde Arévalo cuenta tan solo con 23 diputados frente a una derecha que roza la mayoría. La aritmética parlamentaria obligará al Presidente a un permanente equilibrio de acuerdos para conformar mayorías.
En su discurso de investidura Arévalo anunció que sustentará su Presidencia bajo el lema “Recuperar la primavera”, que ya utilizara su padre, Juan José Arévalo, presidente entre 1945 y 1951.