El jueves se cumplieron 46 años del Golpe de Estado que dio inicio a la dictadura cívico-militar-clerical más sangrienta de la historia reciente. Tras dos años de pandemia se volvió a marchar con el desahogo de las frustraciones actuales. En Entre Ríos ya se había marchado el año pasado. ¿Qué dijo la plaza? Las historias de Andrea y Sabrina.
Por Mariano Osuna
Con banderas, consignas diversas, reencuentros en las calles, cánticos, fotografías de detenidos-desaparecidos y proclamas sobre el contexto actual, desde las primeras horas de la segunda mañana del jueves 24 de marzo, distintos organismos de derechos humanos y organizaciones sociales, gremiales, políticas, culturales, feministas, de las disidencias y partidarias, comenzaron la conmemoración de una jornada que atraviesa la historia del país. Una dictadura que duró 2.818 días y que tuvo un saldo sangriento y doloroso para la Argentina, donde se generó un plan sistemático de exterminio, exilios, secuestros, torturas, desapariciones, robos de bebés y muertes, donde se eliminó el Congreso nacional, se prohibieron los sindicatos y se reprimió cualquier actividad partidaria, cultural o sindical.
La Dictadura también tuvo un fin económico, con una coordinación internacional, financiada y sostenida por Estados Unidos, con el objetivo de desterrar cualquier posibilidad de un proceso popular, simplificado en la lucha contra el comunismo, como también de instalar un modelo neoliberal que proporcione modificaciones estructurales en los distintos países de la región, a tono con los deseos de sectores financieros, empresariales, mediáticos, judiciales y eclesiásticos de cada país. Vale recordar, nada es coincidencia, que el Fondo Monetario Internacional aprobó un crédito superior a los 110 millones de dólares ese mismo 24 de marzo de 1976, en horas donde solo Estados Unidos había reconocido a los militares en el poder.
Las marchas y los documentos del 24 de marzo nunca dejaron de denunciar ese doble plano, internacional y nacional, que siempre tuvo configuraciones de lo social donde las complicidades civiles fueron indispensables para llevar adelante esos procesos en América Latina. Tal vez una de las asignaturas pendientes más obvias es el juzgamiento y la condena por esas responsabilidades del poder económico y financiero, que dejaron miles de detenciones arbitrarias e ilegales, miles de desapariciones, miles de muertos, y cientos de niñas y niños que nacieron en cautiverio, que fueron robados de los brazos de sus madres y que fueron apropiados por la Dictadura. Pero además dejaron un escenario de destrucción de la industria nacional, de extranjerización de la economía, de apertura financiera, de demolición del poder adquisitivo, de una inflación acumulada superior al 500% y de una pobreza que ascendió 33% en esos 7 años.
Volver a las plazas
La histórica plaza de Mayo de Buenos Aires fue sede de una nueva multitudinaria marcha, tras dos años de actividades virtuales por las políticas de cuidado planificadas contra la pandemia que azotó al mundo. Justo cinco días antes del 24 de marzo de 2020, el presidente Alberto Fernández anunciaba la primera etapa de la cuarentena estricta, enmarcada en el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. Ese largo período, atravesado por la pandemia, pero también por las propias consecuencias de la crisis económica y social desatada en los últimos años del gobierno de Cambiemos, dejó una necesidad de catarsis colectiva que se vio plasmada en la emblemática plaza de mayo, pero también en las distintas movilizaciones que se desarrollaron en el resto del país.
Entre los diferentes puntos de convocatoria en Buenos Aires, la primera en términos cronológicos tuvo como protagonista a la organización La Cámpora, que caminó más de 13 kilómetros desde la sede de la ex ESMA, donde funcionó el centro clandestino de detención y torturas más grande del país en la Dictadura, hasta la Plaza de Mayo. Entre imposturas de microclima, la caminata del espacio referenciado en la figura del diputado nacional Máximo Kirchner estuvo atravesada por las visibles diferencias en el Frente de Todos, que siempre estuvieron, pero que en los últimos tiempos asistieron a heridas muy profundas luego de la negociación llevada adelante por el Gobierno nacional, especialmente por el Ministerio de Economía, sobre la refinanciación del préstamo Stand By, el más grande en la historia del organismo, otorgado durante 2018 a la administración de Mauricio Macri. La columna estuvo ampliada por el peronismo de Buenos Aires, donde Kirchner es presidente del Partido Justicialista, con las presencias del gobernador Axel Kicillof, distintos ministros y ministras, y una lista holgada de intendentes con fuerte territorialidad en la provincia. El mensaje al FMI estuvo presente en toda la mística de la organización, con referencias al presente, pero también a la implicancias del organismo internacional durante la dictadura y en las experiencias democráticas alineadas a los intereses de Estados Unidos.
A las 10:30 fue el turno del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, que se concentró en el Obelisco e ingresó por la avenida de Mayo y las diagonales Norte y Sur, bajo la consigna de “No al acuerdo Gobierno-FMI”, con una postura mucho más cercana a los partidos que componen al Frente de Izquierda y a organismos de derechos humanos que históricamente estuvieron distanciados de los gobiernos kirchneristas. Media hora después, llegó el turno de distintos movimientos sociales, donde se hicieron visibles los reclamos por la situación de los barrios y la falta de respuestas en derechos indispensables, como el agua potable, el techo digno, las cloacas, el acceso a la salud, el trabajo y el precio de los alimentos.
Durante las primeras horas de la siesta, Abuelas de Plaza de Mayo realizó su histórico punto de encuentro sobre Avenida de Mayo y Tacuarí, con el lema “Memoria para defender nuestra soberanía, Verdad por las y los 30.000, Justicia para el pueblo”. En el escenario, durante la tradicional lectura del documento, se destacó la urgencia en la búsqueda de las nietas y nietos que nacieron en cautiverio, arrancados de sus madres, y que hoy todavía no conocen su verdadera identidad. Por último, desde la casa de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que conduce Hebe de Bonafini, se efectuó cerca de las 15.30 hs un fuerte discurso, atravesado por la consigna «con el F.M.I. en el país, morirán más niñxs de hambre», dejando una posición, ya adelantada por la Presidenta de la Asociación, sobre el acuerdo por la refinanciación de la deuda con el organismo.
En Entre Ríos
En nuestra provincia hubo movilizaciones, actos y conmemoraciones en distintas ciudades entrerrianas. En Paraná, una significativa convocatoria se concentró en la plaza Sáenz Peña, donde se encuentra el Museo de la Memoria, realizado por Amanda Mayor e inaugurado en 1995. Las columnas, encabezadas por los organismos de derechos humanos y la Multisectorial por los derechos humanos, iniciaron su recorrida en la capital provincial pasadas las 18:00, que culminó frente al Museo Provincial de Bellas Artes Pedro E. Martínez, donde funcionó un centro clandestino de detención durante la Dictadura. Con una numerosa participación de los movimientos sociales, especialmente la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie y el Movimiento Evita, los organismos dieron lectura a un duro documento, donde el FMI también fue uno de los protagonistas, además de párrafos sobre la lucha ambiental y sobre las políticas de igualdad de género.
Indudablemente, como ocurrió en Buenos Aires, la marcha significó un momento de reencuentro y de catarsis sobre el tablero político actual, las internas dentro del Frente de Todos, las expectativas opositoras hacia 2023 y las prioridades en las agendas públicas y ciudadanas, donde la inflación y las consecuencias del acuerdo con el FMI pican en punta. La ausencia de La Cámpora en la marcha provincial, causado por la convocatoria nacional que se concentró en territorio porteño, y la falta de columnas de las históricas organizaciones peronistas de Paraná, marcaron la propia confusión que reina en la coalición gobernante, entre las frustraciones de incumplimiento del contrato electoral de 2019 y la desesperanza hacia los comicios del año próximo.
Andrea y Sabrina
Durante el mediodía del 5 de diciembre de 2017, Abuelas de Plaza de Mayo difundió la restitución de la identidad de Andrea, la nieta Nº 126, hija de Edgardo Garnier, oriundo de Concepción del Uruguay, y Violeta Ortolani, quienes continúan desaparecidos. Ella fue secuestrada estando embarazada de Andrea, el 14 de diciembre de 1976 en el Barrio La Granja, de la capital bonaerense de La Plata, donde ambos se conocieron entre estudios y militancia. Desde ese momento, él empezó una búsqueda incesante, que tuvo incluso viajes a Entre Ríos, pero también fue secuestrado el 8 de febrero de 1977 en La Plata. Unos meses antes, en agosto, se casaron en una pequeña ceremonia, y habían anticipado que a su beba le pondrían Vanesa si era una nena, o Marcos o Martín si era varón. Tras el anuncio de Abuelas, Andrea viajó hacia La Histórica, donde se reencontró con su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, en una historia de lucha de décadas, como tantas otras, de robo de bebés, que aún tienen a sus familiares en una búsqueda inconclusa.
Sabrina Gullino Valenzuela Negro recuperó su identidad en 2008 en Paraná, hija de Raquel Negro y Edgar Valenzuela. Su madre fue detenida ilegalmente mientras transitaba su embarazo de mellizos, trasladada desde el centro clandestino de detención Quinta de Funes, de Rosario, al Hospital Militar de la capital entrerriana, donde los mellizos nacieron entre el 3 y el 4 de marzo de 1978, en un proceso articulado con el Instituto Privado de Pediatría.
En ese rompecabezas, se determinó que Sabrina fue abandonada en la puerta del Hogar del Huérfano, en Rosario, y fue recibida en la institución bajo la denominación “N.N. María Andrea” y dada en adopción a Raúl Gullino y Susana Scola, quienes la inscribieron como Sabrina Gullino. En 2008, 30 años después, se transformó en Sabrina Gullino Valenzuela Negro, y sembró el camino de verdad, aunque hoy sigue en la búsqueda de su hermano mellizo varón, que aún no se sabe dónde está, para vencer de una buena vez el pacto de silencio e impunidad estructural.