De la pasión no se puede vivir y cada día que pasa se hace más complicado el panorama.
El fútbol es pasión de multitudes y en nuestro país se lo practica y se lo vive, porque ciertamente un gran número de argentinos pueden sostener sus vidas y la de grupos familiares a través de este deporte.
En el caso del fútbol argentino, no solamente viven de él los deportistas, cuerpo técnicos, personal de los clubes, sino también organismos liguistas, la propia Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), los árbitros y sus correspondientes asociaciones, los representantes de jugadores, intermediarios, dueños de empresas de indumentaria, servicios de transporte, de emisión de tickets, los espacios gastronómicos en clubes y alrededores, los barrabravas, los revendedores (de lo que se imaginen) y hasta los propios “trapitos” que controlan los estacionamientos.
Quizás este espectro de variables se reduzca cuando nos venimos a nuestra provincia, pero aún así las arcas de los clubes vienen padeciendo duramente esta pandemia y aislamiento social, viendo complicada sus economías.
Mario Bonnot en Gimnasia y Esgrima o Leandro Clapier en Atlético Uruguay bien podrían reflejarlo, por estos días lo hizo Yari Gurnel, hoy vicepresidente de Defensores de Pronunciamiento, dejando en claro que hoy preocupa la cuestión sanitaria pero más aqueja la económica.
Sería un buen gesto del municipio y de la Provincia poder generar un aporte para los clubes que representan la ciudad y que sostienen personas y grupos familiares. Desde marzo que han dejado de padecer esos aportes y se hace cada vez más complejo sostener las estructuras.
Los clubes muchas veces son sumisos y sus dirigentes respetuosos porque están acostumbrados a pelearla con nada, pero en esta ocasión un acercamiento y la posibilidad de generarles una alternativa servirá para devolver con gratitud el aporte social y las fotos que en época buena les suelen pedir.