La violencia machista no se está revirtiendo

Dalma Bataches llevaba 7 años desaparecida, su cuerpo fue encontrado esta semana.

En los últimos días se perpetraron una serie de resonantes femicidios en nuestro país.
Entre el 28 de agosto y 19 de septiembre fueron ocho las víctimas: seis mujrees jóvenes; una adolescente de apenas 14 años y una abuela de 75. ¿Por qué no bajan estos asesinatos por razones de género, que las viejas crónicas policiales denominaban como “crímenes pasionales”?

Por Clelia Vallejo
Profesora – Periodista

Por lo general, esta columna se ocupa de homicidios que conmovieron a nuestra ciudad o la provincia. Algunos de ellos, incluso pasados los años siguen causando conmoción. Pero en esta oportunidad, dado el creciente número de hechos en poco más de dos semanas, bien vale ocuparse del tema. Y porque alarma la gravedad de la constancia de estos sucesos, que la ONU ha calificado de “proporciones epidémicas”.

Víctimas de sus cuñados

El sábado 7 de septiembre último, ocurrió un caso que conlleva una estridente nota de horror: una niña de 11 años había sido violada 12 años antes por el novio de su hermana. El sujeto fue condenado y cuando cumplió 10 años de pena, salió en libertad. En ningún momento se rompió su pareja con la hermana de la víctima, y siguió con una convivencia a pleno hasta el año pasado, cuando salió del penal. Llegó con “la chapa” del arrepentido y convertido al evangelismo. Hace 15 días, fue hasta la casa de su suegra con el pretexto de llevarla a la iglesia. Dejó a la mujer en el lugar y regresó a la casa para violar a su cuñada y luego la asesinó.
Ocurrió en el barrio Punta Norte de Santa Fe y la mujer doblemente victimizada fue Vanesa Priscila Troncoso de 23 años. El asesino, Mario Andrés Cena, de 34 años de edad, tenía 23 cuando abusó de manera sistemática de la menor de 11 por primera vez. Pero en esta ocasión fue más lejos. Luego de someter y asesinar a su cuñada, incendió la casa y escapó. Los vecinos lo reconocieron y horas después fue detenido.

Pasar a degüello y escapar

El 13 de septiembre en Maipú, Mendoza, Abril Morena Bissoto, de 20 años de edad, fue asesinada a puñaladas por su cuñado, quien no conforme con eso, también hirió a la hijita de la joven de 1 año y 9 meses, quien sobrevivió con una herida en el mentón (aparentemente el asesino intentó degollar a la pequeña). Omar Poblete de 34 años de edad fue capturado en la vía pública. Estaba lleno de sangre.

La mató el nieto

A la abuela Estrella Domínguez Fernández de 75 años, la encontraron dentro de un tambor de 200 litros, en la terraza de su casa ubicada en el partido de San Martín, provincia de Buenos Aires. Su nieto, Nahuel Pedroza de 27 años de edad, la había asesinado el 28 de agosto golpeándola con un adorno de madera en forma de búho y luego la introdujo en el recipiente. La tapó con tierra, arena y cemento. Días después, la madre de Pedroza, llegó a la casa y preguntó por su propia madre. El joven le dijo que habían discutido y que la abuela había tomado su pasaporte y se había ido a España, de dónde era oriunda. La mujer hizo la denuncia, la Policía allanó la casa y, tras varias contradicciones, al ser presionado por los investigadores el nieto confesó su delito. Contrariamente a lo que se puede imaginar, no fue un crimen por dinero, sino por la mala relación que tenían. “No la soportaba más”, dijo fríamente.

Muertas a tiros en la nuca

La Ferrere, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires, fue escenario de un doble crimen. El 28 de agosto una jovencita de 14 años y una joven de 28 años fueron vistas por última vez con vida. Ambas tenían una relación de amistad y ese día por la noche se dirigieron hacia la denominada “Plaza de la muerte” y eso fue todo lo que los conocidos podían decir ya que parecieron esfumarse en el aire.
Muchos días después, a raíz de una bajante del río Matanza, los cuerpos quedaron a la vista con evidentes heridas en la nuca. Luego se comprobó que eran disparos de armas de fuego. La investigación se orienta hacia un ajuste de cuentas.

Un cadáver en la banquina

El 13 de este mes, en San Nicolás, Córdoba, Florencia Soledad Comas salió de su casa para llevar a su hijita a la escuela. La joven de 27 años fue vista luego por otra mujer subir a un colectivo y bajar en cercanías de un banco. A partir de ahí desapareció. En cuestión de horas, su cuerpo fue hallado envuelto en una sábana rosada, al costado de un camino, con señales de asfixia mecánica. En el curso de la investigación fue detenido un hombre con antecedentes y luego otro de 29 años. En principio se pensó en una venganza, pues la víctima y su marido (ambos hipoacúsicos) tenían antecedentes por abuso de menores de años atrás.
Pero todo dio un giro al analizar cámaras que permitieron dar con otro sujeto que, mediante el lenguaje de señas, pues también es hipoacúsico, se confesó autor del hecho. Al parecer la joven tenía con este una relación extramatrimonial.

Desaparecida en Salta

El pasado 19 del corriente fue hallada muerta debajo de un puente en La Caldera, Salta, una mujer joven que se presumía que era Jéssica Gutiérrez, a quien se buscaba desde el 11 del mes en curso, pero luego se supo que se trataba del cadáver de otra joven que era buscada desde 2017.
Se perdió todo rastro de Gutiérrez el día 11 del corriente cuando salió de la sandwichería en la que trabajaba. Era mamá de cuatro chicos y estaba separada de su pareja, sin embargo solía encontrarse con él. Al primero que buscó la policía luego de que una hermana de la mujer denunciara que no había regresado a casa. El hombre señaló que hacía días que no la veía. Algunos testigos denunciaron que este había sido visto en cercanías del río con una carretilla y una pala. Días después, en el marco de un operativo por la búsqueda de su ex pareja, el cuerpo del hombre fue hallado en un lugar apartado. Se había ahorcado. Hasta ayer, la mujer que se presume muerta a manos del hombre que se suicidó, no había sido hallada.

Desaparecida a la vista de todos

En el año 2017, en Salta se dio un alerta por la desaparición de una menor de 15 años: Dalma Salomé Bataches. Al parecer, la búsqueda estaba vigente desde entonces, sin embargo, el cuerpo hallado debajo de un puente en La Caldera, este miércoles 18 de septiembre pertenecía a ella. Tenía sangre en la cara y signos de golpes, por lo que se presume una muerte violente. Se comprobó que se trataba de Bataches, quien se hallaba en situación de calle y padeciendo adicciones.
Lo curioso del caso es que se encontraba “desaparecida”, pero a la vista de todos.

Un panorama tremendo

Los hechos se dieron en distintas provincias, lo que habla a las claras de que el tema “femicidio” no se ha detenido, por el contrario, ha ido creciendo a través de los años, pese a los esfuerzos que se han realizado desde hace al menos dos décadas con medidas coercitivas y condenas que no parecen dar resultado y que suelen terminar de la peor manera para las víctimas.
En nuestra provincia, ya avanzados la primera década de este siglo, un caso estremeció a la ciudad de Paraná, siendo las perjudicadas dos mujeres. Allí, un funcionario de una fuerza nacional de seguridad, terminó con la vida de su pareja de ese momento y luego fue a buscar a su “ex”, la que sufrió igual suerte.
El hecho tuvo aristas estremecedoras, porque, a juzgar por lo que hizo, su comportamiento habla a las claras de aquel trillado: “mía o de nadie”.
En Villaguay hubo varios casos horribles, cuyos autores fueron juzgados por tribunales constituidos en nuestra ciudad. Uno de ellos fue el de una madre de varios hijos que fue degollada por su marido varios años mayor, quien debía empezar a cumplir una medida de restricción del hogar ese mismo día. No tuvo mejor idea que cortarle el cuello a su mujer que había amanecido durmiendo en el cuarto de sus hijas.
Ni hablar en nuestra ciudad. Puedo evocar de inmediato casos tenebrosos que angustian el alma. En al menos tres hechos que me tocó cubrir, la brutalidad, la crueldad y la alevosía estuvieron presentes de una forma que duele de solo pensar los padecimientos de esas chicas. Puedo recordar también incontables casos ocurridos en otras ciudades entrerrianas, y hacer un triste recuento de cientos y cientos de casos repetidos en todo el país entero. Abruma.

“Pero él me quiere…”

Muchas mujeres, especialmente jóvenes, radican denuncias contra sus parejas golpeadoras y luego se vuelven a presentar y piden retirar la denuncia. Jóvenes que por necesidad, fragilidad, por un entorno social o familiar inadecuado acaban por perdonar y volver a creerles a sus verdugos. Les juran amor eterno otra vez. Las manipulan, se muestran felices… y recomienza el ciclo. Otra vez las agresiones, otra vez las denuncias, otra vez… Pero escapar de ese círculo letal no es sencillo. Para muchas mujeres el lugar más inseguro, es su propia casa.

¿Hay solución?

¿Qué hacer ante este panorama sombrío? Algunas mujeres sí quieren alejarse de sus parejas para siempre y luchan para sacarlos definitivamente de sus vidas. Pero muchas que caen de nuevo en la trampa seductora y cruel del agresor: “Yo cambié, no te voy a golpear más…”.
Esta situación requiere una solución de fondo. Un cambio drástico que, de entrada, y con la investigación correspondiente, ponga tras las rejas al agresor, que le permita a la mujer salir de ese frasco de miel y mirra en el que está atrapada como una mosca engañada por la dulzura de la miel y fulminada por la amargura de la mirra.
Si los juristas no encuentran una solución radical al tema y si la víctima no recibe la contención psicológica necesaria, seguirán apareciendo cuerpos de mujeres arrojados por allí, como muñecas rotas.

Cambio de paradigma

En la Argentina, durante el año 2012, se incluyó la palabra “femicidio” como carátula legal que reemplaza aquellos asesinatos que solían denominarse “crímenes por amor”; “acciones irracionales”, o “crímenes pasionales”. Estas frases daban a entender que los varones quitaban la vida a las mujeres por el solo hecho de “amarlas demasiado”, por un desborde emocional o por una patología o padecimiento mental. La Ley N° 26.791, introdujo la figura del femicidio en el Código Penal argentino. Esta ley amplió la definición de homicidio calificado por parentesco y la lista de delitos de odio, e introdujo los conceptos de feminicidio y feminicidio vinculado. Desde ese momento, el concepto de “femicidio” ha posibilitado la exposición de la violencia que las mujeres y personas trans y travesti padecen y su comprensión en el marco de su entorno social y cultural.
Fue un gran avance. Pero es necesario imaginar también otras formas para prevenir y reducir estos verdaderos crímenes de odio contra las mujeres.