Por Juan Martín Garay (*)
Como una gran enseñanza para este presente tan particular, John William Cooke expresaba hace mucho tiempo algo tan claro como vigente en una mirada introspectiva hacia el Movimiento Nacional: “La unidad es indispensable y será un paso previo al triunfo popular. Lo principal es: ¿para qué hacemos la unidad, cuáles son los objetivos cercanos (como por ejemplo, las elecciones) y cuáles los grandes objetivos? Unidad para simple usufructo politiquero, no. Sí, en cambio, para dar las grandes batallas por la soberanía nacional y la revolución social. La unidad exige un claro propósito y una estrategia común variada en su aplicación, pero no aguada por malabarismos palabreros. Es, a nuestro juicio, lo mínimo que podemos ofrecer».
Arquitectura
Para avanzar hacia esa unidad tan necesaria como “agua en el desierto”, hay que pensar fundamentalmente en los objetivos y necesidades, pues la unidad como tal abarca diversas «arquitecturas» relacionadas a ellas. En términos electorales, y para este año fundamentalmente, bien vale la enseña de Jauretche cuando considera que “presentarse y mantenerse en el cargo son dos cosas diferentes. Mantenerse implica honor, integridad, atemperar cada acto con sabiduría. En cambio, presentarse no requiere nada de eso. Es un juego de suma cero. Y ganar es lo único que importa”.
Para abordar la idea de unidad, debemos hacer un análisis y posterior síntesis de cómo estamos hoy día como país; pues bien, aunque fue reflexionado hace mucho tiempo, es triste pero real la comprensión que podemos hacer desde la apreciación que nos brinda Leopoldo Marechal del ayer al hoy. “Hay dos Argentinas: una en defunción, cuyo cadáver usufructúan los cuervos de toda índole que lo rodean, cuervos nacionales e internacionales; y una Argentina como en Navidad y crecimiento, que lucha por su destino, y que padecemos orgullosamente los que la amamos como a una hija. El porvenir de esa criatura depende de nosotros, y muy particularmente de las nuevas generaciones».
Como propuesta a esa síntesis, es necesario buscar siempre la unidad del todo, porque el todo es superior a las partes señala el Papa Francisco. En tiempos actuales, turbulentos, de crispaciones y muchas veces con poca tolerancia al disenso, entendamos que cuando se privilegian los conflictos se daña a la unidad, por eso la unidad debe ser siempre superior a los conflictos.
Hay que enfocarse principalmente en una concepción humana y de integración, contrariamente a ciertos principios ideológicos de desintegración que se llevan a la práctica, a veces por acción deliberada, otras por la simple “oleada”.
La unidad deberá prevalecer siempre sobre el conflicto y para construir esa unión el conflicto propiamente dicho no puede ser ignorado o disimulado. Éste tiene que ser totalmente asumido, reconocido porque si no perdemos la perspectiva sobre el horizonte y así colaboramos en seguir fragmentando la realidad que nos separa y aísla. Cuando nos detenemos en sólo lo conflictivo, para profundizarlo incluso, perdemos el sentido de la unidad y con ello la tornamos fatalmente imposible.
Quedar en la historia
Estamos llamados a ser los protagonistas de este tiempo, si es que nos comprometemos con la Patria, “el otro” y la construcción colectiva de la Nación desde el lugar que cada uno asuma como rol social y comunitario. A la historia hay que hacerla, marcarla a fuego con los hechos para no pasar a la historia sino por el contrario, crearla para quedar en ella y transformar el presente con el fin de consolidar un legado. Hay que actuar inteligentemente pues los conflictos y tensiones pueden alcanzar incluso un estado superlativo, ellos pueden contenerse en una unidad multiforme que sea fruto de esa arquitectura necesaria. La diversidad reconciliada que necesita esa historia implica arribar a una unidad de acción, de concepción y de prometedora síntesis para pasar de las palabras a los hechos y fundamentalmente del deber ser al ser.
Dice Francisco que “No hay que obsesionarse demasiado por cuestiones limitadas y particulares. Siempre hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos. Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse”.
Mirar para adelante
Tengamos en cuenta a Jauretche cuando con magistral enseñanza nos explica una resultante social y política de la construcción (y porque no de nuestra realidad hoy día): “Lo actual es un complejo amasado con el barro de lo que fue y el fluido de lo que será”.
Por eso no debemos dejar reprimir toda manifestación de la conciencia popular, porque nos han enseñado que los pueblos tienen conciencia de sus propios problemas -o al menos deberían tenerla-, y estos se deben resolver en función de los verdaderos intereses que el mismo pueblo defiende. Hay que actuar siempre en función de un sólo interés, el de la comunidad organizada. La grandeza y la felicidad de la Nación, la Patria y el pueblo lo necesitan cada vez más. Porque nadie sobra y todos somos necesarios, este tiempo histórico requiere de la unidad. Miremos para adelante.
(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.