La Revolución “Libertadora” de 1955 (Parte II)

Festejos en la fiambrería El Modelo, propiedad de Miguel Ángel Taddei, “Potoko”, el 21 de septiembre del 1955, ubicada en calle Galarza 825 (Gentileza, del Ingeniero Ángel Mazzarello).

Por Orlando C. Busiello (*)

En la madrugada del 16 de septiembre parte del Ejército, la Marina de Guerra y sectores de la Fuerza Aérea se sublevaron, abriendo un frente de lucha cuyo objetivo era la caída del gobierno constitucional del General Perón.
Esa mañana un grupo de militares rebeldes del Aras Arroyo Clé, rodearon la Jefatura de Policía de Gualeguay para cubrir el escape del general Pedro Eugenio Aramburu hacia Curuzú Cuatía, fueron reducidos por las tropas leales al Gobierno, aunque Aramburu logró su propósito.

Salvo este episodio hubo en la provincia relativa calma en los cuarteles y en la población, que siguió a través de los comunicados oficiales y los medios periodísticos orales y escritos las alternativas de los acontecimientos. Es preciso apuntar que la información era sesgada debido a la estricta censura gubernamental. Salvo en las radioemisoras copadas por los rebeldes, o en las radios de países limítrofes se podían conocer otras versiones sobre lo que realmente estaba ocurriendo.

El 17 de septiembre LA CALLE puso a consideración de sus lectores, la siguiente noticia:

“Oficialmente la Secretaria de Información y Prensa en un comunicado expedido en las primeras horas de la mañana ubicó a los efectivos sublevados en la ciudad de Córdoba y Curuzú Cuatía Corrientes y en Entre Ríos –agregaba el comunicado– que el Gobierno controla plenamente la situación y los focos subversivos estaba siendo dominados como en el caso de los efectivos de Arroyo Clé en Entre Ríos. Donde los 300 hombres del Aras General Urquiza que se había alzado se rindieron a las fuerzas leales del Gobierno”.

El comunicado agregaba: “Que en todo el resto del país reina la más absoluta calma y que el Gobierno controla plenamente toda la situación asegurando el orden y la tranquilidad pública”.

El 18 de septiembre de 1955, el diario “Critica” de Buenos Aires señalaba refiriéndose a Paraná y al resto de la provincia: “Todas las actividades se desarrollaron normalmente. La población se mantiene tranquila y cumple estrictamente las disposiciones vigentes sobre el toque de queda (…). Informaciones transmitidas desde el interior de la provincia hacen saber que allí también reina absoluta calma”.

El toque de queda fue implantado a lo largo y ancho del territorio nacional, por el Comando de las Fuerzas de Represión y abarcaba desde las 20:00 hasta las 6:00 del día siguiente.

Por su parte, la Secretaria de Información y Prensa de la Nación difundió al promediar la mañana del día 18, que las fuerzas leales habían sofocado el levantamiento de Curuzú Cuatía y que sólo subsistían los focos rebeldes en Córdoba y Puerto Belgrano.

Sin embargo, en su edición del 20 de septiembre, LA CALLE, tomando la información de las agencias de prensa de la Capital Federal, dio la inesperada noticia:
“Renunció Perón; una Junta Militar negociará el fin de la lucha, los acontecimientos precipitaronsé a media mañana de ayer hacia un rápido desenlace, ordenándose a las fuerzas gubernativas el cese del fuego”.

Fin de las hostilidades

Los rebeldes vigorizados al sumarse a las fuerzas revolucionarias nuevas unidades de batalla; permitieron finalmente obtener la renuncia del Presidente Perón el 19 de septiembre y su alejamiento del país.

Rápidamente, una vez efectivizada la renuncia del General Perón y de su Gabinete, las fuerzas revolucionarias encabezadas por el General Eduardo Lonardi comenzaron a negociar las condiciones del fin de las hostilidades con una Junta de militares leales a quien el Presidente derrocado había entregado el Gobierno. Después de cinco días de lucha los rebeldes habían alcanzado la victoria.

Este acontecimiento fue un verdadero sismo que sacudió la vida de los argentinos, y naturalmente provoco sentimientos encontrados en todos los ámbitos del quehacer nacional.

Todo indicaría que las unidades militares distribuidas en el territorio entrerriano, se mantuvieron en estado de alerta y preparadas para actuar en caso de ser necesario.

Pudo observarse un mayor despliegue de fuerzas militares y policiales en la custodia de los edificios públicos, iglesias y otros lugares como los caminos de acceso a las ciudades etc.

La guarnición del Ejército con asiento en Concepción del Uruguay, no fue la excepción de lo que ocurría en el resto de la provincia. Esto de ninguna manera significaba que los hombres de armas, tanto dentro de la oficialidad como del cuerpo de suboficiales no tuvieran posiciones definidas respecto de lo que estaba sucediendo. Sabemos por personas que vivieron de cerca aquellos momentos -que pese al tiempo transcurrido han pedido reserva respecto a nombres y apellidos-, que, dentro del cuartel hubo un estado deliberativo, de incertidumbre y extrema tensión.

La renuncia de Perón y su partida al exterior, fue para la gran mayoría, según la marcha de los acontecimientos, un hecho tan sorpresivo como inesperado. Lo cierto es que, puso fin a la lid evitando además, que nuevas unidades militares se vieran arrastradas a la lucha fratricida enlutando aún más a la familia argentina.

El clima en La Histórica

LA CALLE reflejaba en su edición del día 20 de septiembre lo que estaba ocurriendo en Concepción del Uruguay:

“Fuerzas de la guarnición militar local guardan el orden en la ciudad, efectivos de la Escuela de Ingenieros y guarnición militar local en horas de la tarde de ayer fueron apostadas frente a numerosos edificios públicos en el centro de la ciudad como en días anteriores. Así mismo otros efectivos utilizando vehículos motorizados de dicha unidad militar patrullaban la ciudad para guardar el orden que en ningún momento fue alterado en nuestro medio”.

Luego continuaba manifestando este periódico:

“La ciudad ayer como en días anteriores vivió en perfecta calma siendo sí visible la lógica nerviosidad y expectación de la población ante los graves acontecimientos que sacuden al país, la posible pronta definición de los mismos acentuó este nerviosismo, pero la calma no fue alterada en ningún momento”.

Con el objeto de preservar el orden y la tranquilidad, se dispuso declarar día no laborable el día 20 de septiembre. En Concepción del Uruguay, la administración pública acató la medida, mientras que en el comercio pudo verse un cierre parcial:

Los comercios del centro de la ciudad clausuraron sus puertas durante todo el día, mientras que comercios minoristas que expenden artículos alimenticios, el mercado municipal, carnicerías, etc. abrieron sus puertas manteniendo su actividad normal”.

La información de LA CALLE es sumamente clara, reflejando la actitud que asumieron los uruguayenses durante el conflicto que determinó la caída del gobierno peronista. No obstante, versiones recogidas que no podemos corroborar totalmente, nos hablan de que sectores plenamente identificados con el partido “peronista” trataron de organizarse clandestinamente e iniciar una resistencia armada al conocerse el estallido de la rebelión, pero esto, por diferentes razones no llegó a concretarse.

(*) Profesor de Historia y escritor. Autor de los libros “Caudillos Litorales en tiempos de Epopeya 1815–1821”; “El General y el Palacio”; “Origen, Evolución y Performances de las Instituciones Deportivas.