“La noche más grande del pop”: Ellos eran el mundo

Este documental muestra los aspectos más destacados de la sesión de grabación de la canción benéfica «We Are the World», que reunió a un quién es quién de las celebridades del pop.

A finales de 1984, el cantante y activista Harry Belafonte quedó impresionado y perturbado al mismo tiempo por “¿Saben que es Navidad?”, un disco sencillo británico benéfico en el que participaba un elenco de estrellas del pop. Las ganancias del proyecto se destinaron a aliviar la hambruna en Etiopía. Belafonte se quejó con el director musical Ken Kragen: «Tenemos gente blanca salvando a gente negra y no tenemos gente negra salvando a gente negra». Ese fue el acicate para la canción de 1985 “We Are the World”.
El núcleo creativo era: Lionel Richie y Michael Jackson; Stevie Wonder (no obtuvo el crédito en la composición, pero como se transmite en la película, fue invaluable para todo el proceso; y el productor y arreglista Quincy Jones. Ese equipo forjó un proyecto que se convirtió en un auténtico festival de superestrellas de una sola noche: “Si una bomba cae en este lugar”, bromeó Paul Simon mientras inspeccionaba la sala, “John Denver volverá a estar en la cima” (en referencia al artista country muerto en un accidente de avión en 1997 a los 53 años).
Si bien la realización de la canción se detalló parcialmente en su video de larga duración, en “La noche más grande del pop”, dirigida por Bao Nguyen, que se estrena en Netflix, hay mucho material anecdótico nuevo, atractivo y, a veces, sorprendente.
La idea improvisada de Stevie Wonder de cantar una frase en swahili (que fue sofocada cuando se señaló que el swahili no se habla en Etiopía) obligó a la estrella del country Waylon Jennings a abandonar la sesión. Una nerviosa Cyndi Lauper casi fue disuadida de participar por su entonces novio (anónimo), quien pensó que el disco fracasaría. Y algunos entrevistados afirman que Al Jarreau estuvo borracho en todo momento.
Para el nuevo documental, Bob Dylan no asistió a una entrevista, pero Bruce Springsteen sí. Y la estrella del rock que ha dado algunas de las mejores canciones de la historia del género, no sólo sigue siendo un gigante por su energía, sus letras, su música y sus maratónicos conciertos que suelen superar las 4 horas de actuación, sino que Springsteen resulta ser también un excelente crítico de rock, es docente genial y un apologista de la canción. Y su voz también ayuda a comprender que, a pesar de todas las joyas detrás de escena y la nostalgia de los 80 que ofrece, “La noche más grande del Pop” es una clase magistral en planificación de eventos.
Como sabe cualquiera que haya intentado alguna vez reunir a un grupo de celebridades (o incluso a una multitud de amigos y familiares) en la misma habitación al mismo tiempo, será un dolor de cabeza. Reunir a 46 de las superestrellas musicales para una noche de trabajo no remunerado hoy sería casi imposible (no es de extrañar que la mayoría de las colaboraciones que encabezan las listas de éxitos actuales no involucren a más de dos artistas). «Hay tantos gerentes, publicistas y agentes con los que tendrías que lidiar antes de lograr una mega grabación como esta», dijo el director Nguyen, desde Sundance, en cuyo famoso festival de cine independiente creado por Robert Redford, se estrenó su película sobre la realización de “We Are the World”.

Una canción como himno
El poder duradero de la canción tiene que ver en parte con su construcción brillantemente simple. “La parte del coro está hecha para muchos rangos vocales diferentes”, dijo Nguyen. «Lionel y Michael lo hicieron para que fuera un himno y puedas cantarlo con bastante facilidad». La melodía está arraigada en los recuerdos de infancia del director. Al crecer en Maryland con padres refugiados vietnamitas, la canción estaba todo el día en la radio y la televisión. Más recientemente, cuando visitó a sus padres en Vietnam, adonde regresaron desde entonces, la canción sonó en el taxi en el que viajaba por el centro de Hanói. «Supe entonces que tenía que hacer esta película», dijo.
El proyecto del documental surgió como una solución alternativa a la pandemia de Covid 19. A principios de 2020, cuando el director y su productora Julia Nottingham estrenaron su documental sobre Bruce Lee (“Be Water”), acordaron que su próximo proyecto también tendría que basarse en material de archivo. Nottingham tenía una conexión con la compañía que había producido los American Music Awards (AMA), la ceremonia que había sido una especie de previa, antes de que los artistas se dirigieran al estudio de grabación. Y un productor musical la AMA resultó que conservaba montones de cintas de video que nadie había visto antes. Cuando Nguyen le propuso utilizarlos para la película respondió: “He estado esperando 35 años por esta llamada telefónica”.

El gran golpe
Pero el director, de 40 años, reconoce haber sentido un escalofrió que recorrió el cuerpo y la mente al ver esas imágenes crudas. “No estaba seguro de ser la persona adecuada para contar la historia”. Por un lado, no recordaba la fecha, ni siquiera estaba seguro de en qué año se estrenó. Además, nunca había hecho un documental musical. Pero tras una mayor consideración, la respuesta se hizo obvia. “Pensé que esta era una historia tan irreal como convincente. Y uno de mis roles que veo como cineasta es descubrir algo nuevo, significativo y personal”. Mientras estudiaba los materiales, Nguyen se dio cuenta que en el fondo todo se parecía a una gran película, de esas clásicas de robos de banco protagonizadas por un grupo de especialistas reunidos para la ocasión. “Toda la organización e ingeniería parecía una película de atracos. Como gran una operación encubierta para llevar a 46 de las personas más famosas del planeta a un lugar secreto para pasar toda la noche”.
Una rica sensación de tensión anima la película. Cuando las estrellas entraban al estudio de grabación, eran recibidas por la única regla que Jones planteó en la pared: «Deja tus egos en la puerta».

La última pijamada
El mensaje funcionó. Muchos de los artistas eran amigos desde antes, pero algunos apenas si se habían cruzado alguna vez en algún concierto. La mayoría conocía poco más que los éxitos y fracasos de los otros. Lo extraordinario de este documental, es que captura el rasgo más simple y humano de estos grandes artistas, en pleno estrés de producir una canción que será juzgada por millones de personas en todo el mundo. Como cuando todos comenzaron a pedirse autógrafos entre sí.
Toda la humanidad surge también en sus propias debilidades. Después de horas de ensayos, ajustes y repeticiones, a la medianoche, los artistas comenzaron a flaquear. Pese al cansancio, perseveraron, se relajaron y terminaron asumiendo que quizás estaban viviendo su última y más grande pijamada con amigos.
Frente a todas estas personalidades reunidas en un espacio reducido, sorprendentemente hubo poco drama. Tal vez, porque el drama ocurrió fuera de la pantalla: las ausencias notables fueron Madonna, que no fue invitada, y Prince, que había puesto la condición de que grabara un solo en una habitación sólo, por lo cual fue rechazado. La canción recaudó más de 60 millones de dólares, aunque Nguyen señala que su impacto fue mucho mayor, ya que puso el tema de la hambruna africana en el centro de atención mundial. “Obviamente hoy estamos inundados de imágenes de pobreza, pero creo que eso realmente inspiró mucha ayuda exterior”, y allanó el camino para una serie de artistas-activistas.
Quizás lo más milagroso de todo es que Nguyen no está harto de la canción. «Esa era una de las cosas que me preocupaba al hacer el documental», dijo. “Pero, al final del día, todavía me encanta. La escuché esta mañana cuando me estaba preparando”.