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lunes, octubre 14, 2024

La Ley Sáenz Peña que no fue

Por José Antonio Artusi

Roque Sáenz Peña nació el 19 de marzo de 1851 y murió el 9 de agosto de 1914, en Buenos Aires. Fue el Presidente de la República desde el 12 de octubre de 1910 hasta su muerte, aunque había pedido licencia por razones de salud en 1913. Es el único argentino que comparte con su padre haber ejercido la Presidencia. Es conocido, sobre todo, por haber impulsado, en acuerdo con el líder radical Hipólito Yrigoyen, la ley electoral identificada con su nombre, una trascendente reforma política que mejoró notablemente las practicas electorales e integró a diversos partidos en el sistema representativo. Es prácticamente desconocido, sin embargo, como el Presidente que alentó otro proyecto de ley, lamentablemente frustrado, que habría significado una reforma progresista destinada a complementar de manera armónica la primera, la que conocemos como la “ley Sáenz Peña”.

Progreso y miseria
¿De qué se trataba ese proyecto que no prosperó, la ley Sáenz Peña que no fue?
Recurrimos al economista Eduardo Conesa para describirla y valorarla: “Sáenz peña presentó al Congreso una ley muy avanzada… En efecto, presentó… una ley de impuesto al valor venal de la tierra libre de mejoras para los territorios nacionales que hubiera abaratado las tierras y facilitado el acceso a ella de los millones de inmigrantes llegados a nuestro país… Cabe recordar que el impuesto al valor venal de la tierra libre de mejoras como elemento progresista dentro del liberalismo fue propiciado por los fisiócratas liberales franceses ya en el siglo XVIII. También por el economista ultraliberal David Ricardo en Inglaterra en 1817. Y en los Estados Unidos por el político y escritor liberal Henry George en su libro Progreso y Miseria, de 1879, pero esta vez como “impuesto único”… La muerte de Sáenz Peña en 1914 impidió cristalizar la reforma… Esta reforma ultraliberal, democrática y progresista fue sostenida además por muchos miembros del Partido Autonomista Nacional y, por supuesto, por los socialistas democráticos como Juan B. Justo…
Especial reconocimiento merece Roque Sáenz Peña, pues más allá de su adhesión intelectual a la idea, en ejercicio de la presidencia promovió dos proyectos de ley tan consistentes entre sí como la cara y la ceca de una moneda: uno, político, la ley del voto secreto y obligatorio, por el que es recordado, y otro, que movilizaba la economía y respaldaba las bases económicas de la democracia… El segundo proyecto fue archivado por causa de su prematura muerte y olvidado por los siguientes hombres públicos, pero es de enorme actualidad. Su fin era asegurar la “democracia política” mediante una correlativa “democracia económica, consistente en “igual derecho de acceso a la tierra para todos los que quisieran trabajarla”… Quizá hubiese sido otra la historia económica argentina en la segunda parte del siglo XX si se hubiese sancionado un impuesto al valor de la tierra libre de mejoras en lugar del impuesto a los réditos, o si, como proponemos en este proyecto de ley, un impuesto a la tierra libre de mejoras que opere como pago a cuenta del impuesto a las ganancias”. (Conesa se refiere al proyecto de ley que presentó en tal sentido en 2016 siendo diputado nacional).

Actualidad que duele
Pero veamos lo que el propio Senz Peña dijo sobre la cuestión, en el mensaje al Congreso en 1912: “Considero necesario crear un impuesto que falta en nuestro régimen financiero, impuesto que han adoptado con éxito otras naciones y cuya ausencia no abona la justicia distributiva con que debería estar establecido entre nosotros, me refiero al impuesto sobre la valorización de la propiedad, en cuanto ella no proceda de la obra o trabajo privado, sino del esfuerzo colectivo. Están gravados todos los consumos y todas las industrias, las necesidades premiosas de la vida, tanto como el trabajo del hombre que le asegura moderadas ganancias, y no está el enriquecimiento obtenido sin esfuerzo, por la acción de la comunidad, que viene a premiar sin merecimiento propio lo que constituye obra de todos. Se impone así una reparación de tan notorio privilegio.”
Que quien pronunciara estas palabras, de una actualidad tal que duelen, sea rotulado como conservador es una muestra más de las confusiones y desvaríos ideológicos que priman en nuestro país.

(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU.

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