Esta iglesia, ubicada en Paracatu, es una de las pocas construcciones que quedaron después del desastre de la presa Samarco, en el estado de Minas Gerais, en noviembre de 2015. La línea de color rojo óxido en las paredes muestra qué tan alto llegó el lodo durante la inundación. Es un sombrío recordatorio del mayor crimen ecológico de la historia de Brasil, cuando se rompió un dique liberando millones de metros cúbico de desechos mineros tóxicos, que mató a 17 personas, dejó a 800 sin hogar, y diezmó un área del tamaño de Portugal. Las decoraciones festivas atadas a la iglesia son parte de una celebración religiosa que realiza la comunidad todos los años. La serie de fotografías de Rebeca Binda se titula “25 Minutos”, que fue el tiempo que se les dio a los damnificados para dar su testimonio durante las audiencias del Consejo Nacional de Justicia. Pueblos enteros desaparecieron por la contaminación.