Trabajadores secan al sol hojas de tabaco en el Valle de Viñales, en la provincia de Pinar del Río, donde se cultiva el mejor tabaco del mundo. Aunque el tabaco filipino, turco y norteamericano también gozan de merecido prestigio, ninguno supera al de Cuba. Aquí se originó un hábito que hasta el año 1492 se ignoraba por completo, pero que en apenas 50 años se extendió por todo el mundo. Seis días después de haber pisado por primera vez las playas cubanas, Cristóbal Colón envió una pequeña comitiva a explorar el interior de “la más hermosa tierra que jamás ojos humanos vieron”. Sus emisarios se encontraron en su camino con algunos nativos que “chupan o sorben un tizón de yerbas secas metidas en cierta hoja seca que llaman cohiba”. Los españoles lo rebautizaron porque al probarlo su efecto adormecedor les recordó el de algunas plantas medicinales que los árabes denominaban “tubbaq”.









