El Papa Francisco reza frente a los jefes indígenas en un cementerio de Alberta, durante su visita a Canadá. En sus primeros comentarios públicos, Francisco pidió perdón a los sobrevivientes de las escuelas residenciales indígenas. “Lo siento profundamente”, dijo el pontífice en los terrenos de una antigua escuela hogar destinada a asimilar a los niños de los de las naciones Métis e Inuit. Los establecimientos operaron entre 1870 y 1996, financiados por el gobierno y dirigidos en su mayoría por la Iglesia Católica. En ese período, alrededor de 150.000 niños fueron internados compulsivamente para borrar su lengua y tradiciones. En 2015 la “Comisión de la Verdad y la Reconciliación” concluyó que los pupilos sufrieron abusos de todo tipo. Se cree que más de 3.000 murieron en esas escuelas donde fueron enterrados en tumbas anónimas. El informe oficial lo llamó “genocidio cultural” contra los pueblos indígenas.