Mujeres aymaras juegan al fútbol en una cancha de Juli, en el altiplano del sur de Perú, cuya comunidad todavía mantiene reminiscencias de la estancia de los jesuitas. La Compañía de Jesús permaneció 200 años en la región, dejando un legado que se extiende hasta hoy. Los jesuitas desarrollaron a orillas del lago Titicaca un verdadero experimento misionero. La misión de Juli se caracterizaba por el alto nivel cultural de los jesuitas, el estudio metódico dedicado a los idiomas vernáculos y también por fundar la primera Caja de Socorros para los pobres, del continente. Los misioneros enseñaban el castellano, pero también impartían clases musicales y educación religiosa en aymara y quechua. Aunque la lengua aymara se encuentra en una situación frágil, la labor de los jesuitas hasta el año 1767 permitió que se mantuviera viva en un alto número de hablantes. Y, de alguna manera, que hoy se pueda traducir con Google.